La mina de oro de Sado, ubicada en la prefectura de Niigata y declarada Patrimonio de la Humanidad, fue escenario hoy de la primera ceremonia de homenaje a todos los trabajadores que, en condiciones extremas, dejaron su vida en el lugar, incluyendo a aquellos procedentes de la península de Corea. Sin embargo, el acto se vio marcado por la ausencia de representantes surcoreanos, quienes argumentaron falta de tiempo para coordinar su participación.
La ceremonia fue organizada por un comité conformado por el gobierno local de Niigata, el municipio de Sado y diversas organizaciones civiles. En el acto estuvieron presentes unas 70 personas, incluyendo a Akiko Ikuina, secretaria parlamentaria de Asuntos Exteriores, quien representó al gobierno japonés, así como el gobernador Hideyo Hanakaku y el alcalde Ryugo Watanabe.
Durante el evento, los asistentes guardaron un minuto de silencio y realizaron una ofrenda floral en memoria de los trabajadores. En su discurso, Ikuina reconoció el papel de los obreros procedentes de Corea del Sur, quienes enfrentaron condiciones laborales peligrosas y extenuantes, y expresó su más profundo pésame por los fallecidos.
LA AUSENCIA DE COREA DEL SUR
Inicialmente, representantes del gobierno surcoreano y familiares de las víctimas tenían previsto asistir al acto. No obstante, según medios surcoreanos, la participación de Ikuina fue motivo de controversia, dado que se informó que había visitado el santuario de Yasukuni en el pasado, un lugar polémico en las relaciones Japón-Corea por honrar a criminales de guerra.
Ikuina, por su parte, negó haber realizado visitas al santuario desde su ingreso al Senado japonés y lamentó las especulaciones que podrían haber influido en la decisión de la delegación surcoreana de no asistir.
La mina de oro de Sado ha sido un punto de fricción entre Japón y Corea del Sur, país que sostiene que el lugar fue escenario de trabajos forzados de ciudadanos coreanos durante la ocupación japonesa. Para apaciguar las tensiones, Japón se comprometió a organizar ceremonias anuales de homenaje y a incluir exhibiciones en Sado sobre los trabajadores provenientes de Corea del Sur. Estas medidas facilitaron que Corea del Sur aceptara la inscripción del sitio como Patrimonio de la Humanidad.
El alcalde de Sado, Ryugo Watanabe, calificó como «lamentable» la ausencia surcoreana y reafirmó su compromiso con la memoria de todas las víctimas, expresando: “Desde esta tierra tan lejana de sus hogares, queremos honrar con profundo respeto a quienes perdieron la vida aquí y rezar por la paz de sus familias”. (RI/GA/IP/)
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