La selección japonesa de fútbol superó un peculiar obstáculo en su victoria por 3-1 sobre China en las eliminatorias asiáticas para la Copa Mundial de 2026. Además del nivel deportivo, el combinado nipón debió adaptarse a un campo de juego con dimensiones inusualmente reducidas, una maniobra que generó críticas y sorpresa tanto entre los jugadores como en el público.
El enfrentamiento, disputado en el Estadio Xiamen Egret en la ciudad de Xiamen, estuvo marcado por la decisión del equipo local de reducir el ancho del campo hasta tres metros menos que las dimensiones estándar. Según Takefusa Kubo, una de las figuras del encuentro, la estrechez del terreno afectó el desarrollo del juego: «Era realmente estrecho, mucho más de lo que parece en televisión. Eso cambió el ritmo y la velocidad con la que el rival nos presionaba», comentó al término del partido.
Las reglas internacionales establecen que los campos de fútbol deben medir entre 64 y 75 metros de ancho, aunque en competencias de élite suelen fijarse en 68 metros. El recorte, aunque permitido, fue percibido como una estrategia intencionada de China para limitar la fluidez del juego japonés, una táctica que desató críticas en redes sociales, donde algunos calificaron la medida de “antideportiva” y “desesperada”.
A pesar de las dificultades iniciales, Japón se adaptó con rapidez. El equipo dirigido por Hajime Moriyasu aprovechó los balones parados para desequilibrar el marcador. Kōki Ogawa, con un doblete, y Ko Itakura, con otro tanto, aseguraron el triunfo. Esta victoria deja a Japón liderando cómodamente el grupo C con cinco triunfos y un empate. En marzo próximo, los Samurai Blue jugarán de locales ante Baréin y si ganan eses juego quedarán clasificados para el Mundial 2026. (RI/AG/IP/)
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