En Japón, el número de robos de automóviles cometidos por grupos criminales extranjeros ha crecido significativamente, con recientes incidentes que involucran a ciudadanos vietnamitas y sus colaboradores. A principios de octubre, cinco hombres vietnamitas fueron arrestados nuevamente tras ser acusados de robar siete vehículos y dinero en efectivo de una sucursal de WECARS en Niigata. Este grupo es parte de los llamados bò đội, inmigrantes vietnamitas en situación irregular, muchos de los cuales escaparon de sus trabajos como aprendices de habilidades laborales.
La mecánica de estos robos revela una preparación específica. En agosto, la tienda Honda Cars en Tochigi fue víctima de uno de estos grupos, que irrumpió de noche rompiendo ventanas y forzando cajas fuertes. Utilizando llaves de repuesto obtenidas en la oficina, los delincuentes desbloquearon 11 vehículos y los condujeron fuera de la tienda. Sin embargo, sus habilidades no eran profesionales; las grabaciones de las cámaras de seguridad mostraron que tenían dificultades para manejar coches con transmisión manual.
A través de redes sociales, clientes de Honda y la policía lograron encontrar los automóviles robados en áreas de estacionamiento cercanas, lo cual es una táctica habitual: los vehículos son abandonados durante unos días para evitar ser rastreados mediante GPS, antes de venderlos a terceros.
Una grabación capturada por una cámara a bordo de uno de los coches robados reveló conversaciones en vietnamita que detallaban los precios obtenidos en ventas anteriores. «El auto que robé el otro día se vendió por 310.000 yenes. El anterior se vendió por 200.000 yenes», confirmó la conversación se hacía con acento de la región central de Vietnam. Las investigaciones llevaron a la policía a un apartamento en Ota, en la prefectura de Gunma, donde habitan en su mayoría ciudadanos camboyanos y personas de otros países del sudeste asiático.
En Japón, las redes criminales en el mercado negro se dividen por nacionalidades, cada una especializada en diferentes fases del proceso: los ciudadanos chinos suelen liderar en actividades más sofisticadas como la falsificación de matrículas, los vietnamitas en los robos de vehículos y otros productos, y los camboyanos como compradores finales.
Ante el aumento de estos robos, muchos concesionarios japoneses han comenzado a reforzar sus medidas de seguridad. Según la red de concesionarias Honda Cars, es necesario implementar sistemas de seguridad más avanzados, similares a los de otros países, ya que las medidas de seguridad tradicionales en Japón parecen insuficientes frente a los robos.
La creciente inmigración en Japón también plantea un reto en cuanto a la gestión de la seguridad y el control de inmigración. Algunos compradores han resultado ser inmigrantes con ilegales y otros con visas de corta estadía que consiguieron haciendo repetidas solicitudes de asilo. Las autoridades japonesas han centrado sus esfuerzos en controlar ambos casos. Lo primero con acción policial y lo segundo con la revisión de la Ley de Inmigración. (RI/AG/IP/)