Japón enfrenta una situación inédita en su Parlamento tras los resultados de las elecciones generales del domingo 27 de octubre, cuando ninguna fuerza política logró obtener la mayoría necesaria en la Cámara de Diputados. El país se encamina hacia lo que se conoce como un «hung parliament» o «parlamento colgado», donde ningún bloque político controla más de la mitad de los escaños, fijada en 233 de los 465 en total.
Ante este escenario, los principales partidos comenzaron un juego de negociaciones para definir la estructura del próximo gobierno y, sobre todo, elegir al nuevo primer ministro. La Constitución japonesa estipula que debe convocarse una sesión especial del Parlamento en los 30 días posteriores a las elecciones para nombrar al jefe de Gobierno. Sin embargo, las reglas solo exigen una mayoría simple en la votación final para designar al nuevo líder, lo que abre la puerta a posibles alianzas inusuales.
La alianza gobernante, compuesta por el Partido Liberal Democrático (PLD) y su socio el partido Komeito, obtuvo en total 215 escaños, quedándose a 18 de la mayoría. Aunque tres candidatos independientes con afinidad al oficialismo lograron ganar en sus distritos, sumarlos al bloque no garantiza alcanzar el control, ya que el total quedaría en 218.
Por otro lado, los partidos de oposición, incluidos el Partido Democrático Constitucional (PDC), el Partido Democrático para el Pueblo (Minshuto) y el Partido de la Innovación de Japón, cuentan en conjunto con 214 escaños. Si logran sumar el apoyo de cinco diputados independientes alineados con su ideología, podrían llegar a 219, superando así al bloque del PLD y Komeito.
Las negociaciones se complican aún más debido a la presencia de otros diputados independientes y algunos representantes afiliados a la coalición gobernante que fueron elegidos tras romper con el PLD. Su inclusión en cualquiera de los bloques depende de un consenso que no siempre es fácil de alcanzar.
LOS POSIBLES CANDIDATOS
Entre los posibles nombres que se barajan para ocupar la jefatura de Gobierno se encuentran Yoshihiko Noda, del PDC; Yuichiro Tamaki, del Minshuto; y Nobuyuki Baba, líder del Partido de la Innovación de Japón. Dependiendo de cómo se definan las alianzas, cualquiera de ellos podría ser propuesto como primer ministro si el bloque de oposición logra consolidarse.
En el caso de que ninguno de los candidatos obtenga una mayoría clara en la primera votación, el reglamento parlamentario prevé una segunda ronda entre los dos candidatos con mayor cantidad de votos. En esta instancia, bastará con una mayoría simple para ser designado primer ministro, lo que añade un elemento de incertidumbre al proceso. Si un número significativo de diputados decide abstenerse, incluso un candidato sin mayoría absoluta podría ser elegido.
La situación ha puesto de manifiesto el efecto del escándalo de financiación ilegal que sacudió recientemente al gobernante PLD, perjudicando su capacidad para consolidar el apoyo necesario en estas elecciones. Esto ha llevado a sectores del partido a intentar acercarse a los independientes, aunque los expertos coinciden en que el éxito de estas negociaciones depende de concesiones difíciles de asumir, como pasar por alto las recientes «conductas desleales» de algunos diputados que se desvincularon del PLD.
Japón se encuentra, pues, en un momento político delicado, con un Parlamento fragmentado y sin un líder claro. Las próximas semanas serán cruciales para definir quién dirigirá el país y con qué respaldo lo hará, en medio de una compleja red de negociaciones y alianzas que mantendrán la atención tanto de los ciudadanos japoneses como de la comunidad internacional. (RI/AG/IP/)
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