La policía de Saitama arrestó el 7 de octubre a Rikumiya Morita, de 24 años, uno de los sospechosos buscados por su participación en una serie de robos violentos que afectaron las ciudades de Saitama y Tokio. Morita fue detenido en la prefectura de Niigata, donde fue vinculado a un caso de fraude, conocido como «estafa especial», en el que actuaba como intermediario.
El arresto se produjo en la ciudad de Kashiwazaki, Niigata, tras una investigación que conectó a Morita con los robos. Durante el interrogatorio, el sospechoso admitió haber estado involucrado en un violento robo ocurrido a finales de septiembre en la ciudad de Kokubunji, Tokio. Asimismo, reconoció su participación en un robo en Tokorozawa, Saitama, donde agredió a una pareja de 80 años.
Según su declaración, Morita aceptó participar en el asalto en Tokorozawa como parte de un trato para recibir una compensación por su involucramiento en el incidente de Kokubunji. Sin embargo, afirmó que no pudo negarse a las instrucciones de llevar a cabo el robo.
Tras cometer el crimen en Tokorozawa, Morita utilizó varios taxis para moverse entre las ciudades de Higashimurayama y otras localidades de Saitama, y luego escapó hacia Sendai en tren bala, antes de refugiarse en Niigata. Las imágenes de cámaras de seguridad muestran que, al momento de su captura, vestía ropa diferente a la que llevaba durante el asalto.
El caso de Tokorozawa ocurrió el 1 de octubre, cuando Morita y otros tres cómplices irrumpieron en la vivienda de una pareja de ancianos, los amordazaron con cinta adhesiva y los hirieron con un objeto cortante. Los ladrones se llevaron unos 80.000 yenes. La policía de Saitama ha identificado a los cuatro sospechosos como los autores materiales de varios robos en la región, todos reclutados a través de trabajos ilegales conocidos como «yami baito» (empleos clandestinos).
La policía también descubrió que, en tres de los cuatro robos cometidos en Tokorozawa, Saitama y Kokubunji, se utilizó una aplicación de mensajería con altos niveles de privacidad para coordinar los ataques. Las autoridades creen que existe un líder que organizaba a los ejecutores y continúan investigando para localizarlo. (RI/AG/IP/)
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