El Tribunal de Distrito de Shizuoka dictaminó hoy 26 de septiembre la inocencia de Iwao Hakamada (88 años), un hombre condenado a muerte por un asesinato múltiple ocurrido en 1966. Luego de 58 años de ese veredicto, la justicia reconoció que las pruebas clave del caso fueron manipuladas por la policía. Este fallo marca la quinta ocasión en la que un condenado a muerte en Japón es absuelto en una revisión judicial desde la Segunda Guerra Mundial.
En su veredicto, el juez Koji Kuni reconoció que las pruebas principales, cinco prendas de vestir halladas en la escena del crimen, fueron alteradas por los investigadores. Se concluyó que las manchas de sangre en las prendas fueron añadidas posteriormente por las autoridades, desacreditando así uno de los pilares que sustentaban la condena de Hakamada.
El caso que llevó a Hakamada a la pena de muerte ocurrió en junio de 1966, cuando la casa de un ejecutivo de una fábrica de miso en la prefectura de Shizuoka fue incendiada y se hallaron los cuerpos de cuatro miembros de su familia. Hakamada, empleado de la fábrica, fue arrestado poco después, y en 1980 el Tribunal Supremo confirmó su sentencia de muerte. Sin embargo, Hakamada siempre mantuvo su inocencia y en 1981 solicitó una revisión del caso, iniciando un proceso de décadas.
En 2014, Hakamada fue liberado tras haber pasado casi 48 años en prisión, luego de que se descubrieran inconsistencias en las pruebas. En marzo de 2023, el Tribunal Superior de Tokio ordenó la apertura de un nuevo juicio, citando la posibilidad de que las pruebas clave hubieran sido falsificadas.
LA EVIDENCIA MANIPULADA
Uno de los principales puntos de controversia en el caso fue la aparición de las prendas manchadas de sangre en un tanque de miso, donde se hallaron más de un año después del crimen. La defensa de Hakamada argumentó que, tras tanto tiempo en el miso, las manchas de sangre no deberían haber conservado su color rojo, lo que sugería que habían sido alteradas. En el juicio revisado, el tribunal respaldó esta teoría y concluyó que las autoridades habían fabricado las pruebas para incriminar a Hakamada.
Además, se declaró que la confesión inicial de Hakamada fue obtenida bajo coacción, tras interrogatorios prolongados y bajo condiciones inhumanas. Esta conclusión refuerza las denuncias de que Hakamada fue víctima de un sistema judicial que no respetó sus derechos fundamentales.
SENTENCIA ESPERADA, PERO NO DEFINITIVA
Aunque el tribunal ha declarado a Hakamada inocente, su libertad definitiva depende de que la fiscalía decida no apelar el veredicto. En los cuatro casos anteriores en los que se absolvió a condenados a muerte, la fiscalía no presentó apelaciones, lo que permitió que las sentencias de inocencia se hicieran definitivas. Si la fiscalía no recurre, la sentencia de Hakamada se confirmará tras más de medio siglo desde el crimen.
La hermana de Hakamada, Hideko, quien ha sido su defensora durante todo este tiempo, asistió en su nombre a la lectura del veredicto, ya que el hombre sigue padeciendo los efectos del largo encarcelamiento.
Este caso ha generado un amplio debate sobre la justicia en Japón, especialmente en torno a la validez de las confesiones obtenidas bajo presión y el uso de pruebas fabricadas. La sentencia de Hakamada pone nuevamente sobre la mesa las críticas hacia el sistema judicial japonés, que ha sido señalado en varias ocasiones por la falta de transparencia y los abusos cometidos durante los procesos de investigación. (RI/NI/IP)
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