El espectáculo de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París ha generado una ola de críticas que no cesa una semana después de su realización. La controversia se desató tras una escena que muchos consideraron una parodia de La Última Cena de Leonardo da Vinci, con implicaciones de burla hacia el cristianismo. Este incidente ha escalado al punto de que las autoridades francesas han iniciado una investigación judicial.
El momento polémico ocurrió en la parte final de la ceremonia, celebrada el 26 de julio, cuando un grupo de drag queens apareció en el escenario. La imagen evocaba la icónica pintura de La Última Cena, lo que fue interpretado por grupos católicos en Francia y el extranjero como una falta de respeto hacia la figura de Jesucristo y sus apóstoles.
El 3 de agosto, el Vaticano emitió una declaración, sin referirse directamente al incidente, en la que expresaba «tristeza» por algunas escenas de la ceremonia, en una reacción inusual que reflejaba el malestar causado. Esta respuesta eclesiástica fue respaldada por opiniones recogidas entre los feligreses que asistieron a una misa en París, muchos de los cuales calificaron el contenido de la apertura como «impactante» para los creyentes.
El Comité Olímpico Internacional (COI) intentó calmar las aguas emitiendo una disculpa, asegurando que no se había pretendido ofender a ninguna comunidad religiosa. Sin embargo, las tensiones persisten, avivadas por la denuncia del director artístico de la ceremonia, Thomas Jolly, quien afirmó haber recibido amenazas de muerte debido a su orientación sexual y la polémica suscitada por su trabajo.
Jolly, quien se identifica como parte de la comunidad LGBT, aclaró que la idea detrás de la escena no estaba inspirada en La Última Cena, sino en una celebración de la diversidad dentro del contexto de una representación de dioses olímpicos. La intención, según él, era destacar la inclusión y la aceptación en un evento de escala global.
Un drag queen que participó en la ceremonia, Hugo Bardin, conocido como Paloma, defendió la puesta en escena, argumentando que las críticas se debían más a un rechazo hacia la comunidad LGBT que al contenido visual de la performance en sí.
La ceremonia de apertura de París, que se desarrolló de manera inédita en las calles de la ciudad, sigue siendo tema de debate y controversia, con la polarización de opiniones tanto dentro de Francia como en el ámbito internacional. (RI/International Press)