El salario mínimo en Japón, actualmente fijado en un promedio nacional de 1004 yenes por hora, está siendo objeto de intensos debates, y con toda razón. La creciente inflación ha llevado a voces en todo el país a exigir un incremento significativo, incluso hasta 1.500 yenes por hora.
El pasado 10 de julio, frente a un edificio en Tokio, un grupo de manifestantes se congregó para exigir un aumento del salario mínimo. Dentro del edificio, una comisión gubernamental discutía las directrices para el salario mínimo de este año.
Los sindicatos abogan por alcanzar los 1.000 yenes por hora en todas las prefecturas en los próximos dos años, pero las empresas se muestran cautelosas, argumentando que muchos negocios no pueden trasladar estos costos adicionales a sus precios.
PERSPECTIVA DEL GOBIERNO
El gobierno de Kishida ha establecido como meta elevar el salario mínimo a 1.500 yenes por hora para mediados de la década de 2030. Sin embargo, algunas voces dentro del partido gobernante presionan para adelantar esta meta.
En el mundo real, algunos negocios ya han experimentado con un salario mínimo más alto. El «Asakusa Chochin Monaka», una tienda especializada en dulces en Tokio, aumentó recientemente el salario de sus empleados a 1.500 yenes por hora. El resultado fue una avalancha de solicitudes de empleo, lo que subraya cómo un salario más alto puede atraer a más trabajadores en un mercado laboral ajustado.
¿Y LAS PEQUEÑAS EMPRESAS?
No obstante, no todas las empresas pueden permitirse estos aumentos. La cadena de supermercados «Tatsumi» en Tokio enfrenta dificultades debido a los aumentos en los costos de los productos, que no pueden reflejar completamente en los precios al consumidor.
Con ventas disminuyendo, la tienda tuvo que reducir su oferta de alimentos preparados, y su gerente advierte que un aumento a 1.500 yenes podría llevar al cierre del negocio.
Según Hisashi Yamada, investigador del Instituto de Investigación Económica del Japón, es probable que el aumento de este año supere los 43 yenes por hora del año pasado, aunque solo ligeramente.
Argumenta que la inflación persistente y la escasez de mano de obra obligan a las pequeñas empresas a aumentar los salarios para retener a sus empleados.
DISPARIDADES REGIONALES
En cuanto al ranking del salario mínimo por hora, el número uno es Tokio con 1.113 yenes, seguido de Kanagawa y Osaka. Por otro lado, Iwate está en el último lugar con 893 yenes, casi 220 yenes menos que Tokio. Le siguen Okinawa y Tokushima. Esta disparidad en los salarios mínimos está creando desafíos.
Por ejemplo, el salario mínimo en las tres prefecturas del norte de Kanto ronda los 900 yenes (953 yenes en Ibaraki, 954 yenes en Tochigi y 935 yenes en Gunma), mientras que en las vecinas Saitama y Chiba se sitúa en el rango de 1.020 yenes, incentivando a los trabajadores a buscar empleo en la prefectura con mejor paga.
LOS GOBIERNOS LOCALES
El gobernador de Ibaraki, Kazuhiko Oigawa, ha pedido un aumento del salario mínimo a alrededor de 990 yenes para acortar esta disparidad. Sin embargo, la Cámara de Comercio de Japón, representada por Akio Mimura, insiste en que cualquier aumento debe considerar la capacidad de pago de las empresas, no solo la competencia regional.
La necesidad de abordar estas desigualdades regionales es evidente. Mientras el gobierno y las empresas negocian los detalles, millones de trabajadores esperan una solución que les permita mantener un nivel de vida digno sin poner en peligro la viabilidad de sus empleadores. (RI/AG/IP/)