El 26 de mayo, en la prefectura de Okinawa, Jamel Clayton, un marine estadounidense de 21 años, hirió a una mujer a la que intentó violar.
El hombre estranguló a la víctima y le desabotonó los pantalones. Tras no conseguir ultrajarla huyó, pero la policía, alertada, lo arrestó el mismo día fuera de una base estadounidense, revela Kyodo.
El 17 de junio fue acusado y el caso se hizo público el viernes, acrecentando la indignación de los okinawenses contra las fuerzas militares de Estados Unidos.
El ataque de mayo se suma al secuestro y agresión sexual a una menor de edad en diciembre pasado por parte de un soldado estadounidense.
El hombre fue acusado en marzo y el incidente recién se conoció esta semana.
En ambos casos, la policía de Okinawa decidió no informar al público alegando la necesidad de proteger la privacidad de las víctimas.
La razón esgrimida por la policía causó enojo entre los residentes, quienes no quieren que los crímenes cometidos por los militares estadounidenses se oculten.
“Un crimen vil ha salido a la luz una vez más, causando gran preocupación a la gente de Okinawa. No puedo evitar sentirme indignado”, dijo el gobernador okinawense, Denny Tamaki, el viernes.
El gobierno de Japón, a través del secretario jefe del gabinete, Yoshimasa Hayashi, calificó el ataque de mayo como “extremadamente lamentable”.
El viceministro de Asuntos Exteriores, Masataka Okano, transmitió la consternación de Japón al embajador de Estados Unidos, Rahm Emanuel, por la serie de delitos sexuales perpetrados por soldados de su país.
Okano exhortó a Emanuel a adoptar medidas de prevención para no lamentar en el futuro más incidentes como los mencionados. (International Press)