La persistente debilidad del yen, en su nivel más bajo en 34 años frente al dólar, es un varapalo para los trabajadores extranjeros que envían remesas a sus países de origen.
Allí está el caso de un ingeniero informático de Bangladesh que desde que llegó a Japón, hace ocho años, envía cada pocos meses dinero a sus padres y su hermana.
“El yen está demasiado barato”, suspira, con la cabeza entre las manos, cuando en un local de Kyodai Remittance (agencia de transferencia de dinero al exterior) se da cuenta de que para que a su familia le llegue el monto en moneda bangladesí que usualmente recibe, tiene que remesar 176.239 yenes (1.124 dólares).
Debido a la caída del yen, envía entre 20.000 y 30.000 yenes (127-191 dólares) adicionales para que la cantidad que su familia recibe de él se mantenga igual, revela a Asahi Shimbun.
No se puede dar el lujo de esperar un tipo de cambio más favorable, pues sus parientes necesitan el dinero.
La depreciación de la moneda japonesa está teniendo un impacto significativo en las remesas de los clientes, dice un representante de Kyodai Remittance.
Con un servicio de transferencia de dinero a más de 200 países y territorio y tarifas que son un tercio de las de los bancos, la empresa es popular entre los extranjeros.
La trabajadora doméstica filipina Charmaine Reyes también sufre por la debilidad de la moneda japonesa.
Envía entre 70.000 y 80.000 yenes (446-510 dólares), la mitad de su salario mensual, a sus padres y a su hija de 11 años.
Si a fines de 2023, 10.000 yenes (63,8 dólares) equivalían a unos 4.000 pesos, ahora apenas representan entre 3.600 y 3.700 pesos.
“La cantidad que envío a casa ya no es suficiente para mantener a mi familia”, se lamenta.
Y eso que se ajusta mucho el cinturón en Japón. No sale en sus días libre, rara vez come fuera y su único “lujo” es pagar 480 yenes (3 dólares) por un plato de ramen el día de pago.
Así las cosas, Japón está perdiendo atractivo como destino laboral, ahondando la grave escasez de mano de obra que padece el país.
Se nota en la agencia que emplea a Reyes y otros filipinos para trabajos domésticos. Algunos de sus empleados han abandonado Japón para migrar a países como Canadá y Australia en busca de mejores oportunidades laborales y tipos de cambio.
“Si el yen continúa debilitándose, habrá menos personas que quieran trabajar en Japón”, advierte el presidente de la agencia. (International Press)