Las habilidades de Ippei Mizuhara como intérprete hacen que las noticias sobre su participación en apuestas ilegales sean aún “más tristes”, dice el autor de una columna sobre el exhombre de confianza de Shohei Ohtani publicada en Asahi Shimbun.
El columnista ejerció como intérprete a medio tiempo cuando era estudiante universitario y sabe bien lo difícil que es serlo.
Recuerda que su profesor le decía que no añadiera ni restara nada a lo que tenía que traducir y que debía permanecer “completamente invisible”.
El hoy columnista de Asahi no podía. Cuando algo lo sorprendía o sumía en el desconcierto, se le notaba en la cara.
Tampoco tenía la agilidad mental que debe poseer un intérprete. Finalmente, renunció a la profesión.
¿Por qué dice todo esto el periodista?
Para subrayar tanto que no es fácil ser intérprete y destacar las cualidades como tal de Mizuhara.
El columnista no recuerda haber visto nunca al exintérprete de Ohtani tomar notas.
A él, que le enseñaron a escribir los nombres propios y los números que debía traducir, cree que posiblemente Mizuhara fue “bendecido con una memoria excelente”.
Cuando los periodistas estadounidenses le hacían largas preguntas a Ohtani, su exintérprete era capaz de editarlas mentalmente al instante para transmitirlas con claridad al jugador.
Mizuhara era mucho más que un intérprete para Ohtani. Cuando sufrió una lesión que restringía su movilidad, el primero le llevaba comida y a sus citas de fisioterapia.
Incluso hubo ocasiones en que sirvió como catcher del astro.
Por eso se entiende que Ohtani dijera en una conferencia de prensa esta semana que sus sentimientos “no se pueden describir fácilmente con palabras”. Había sido traicionado. (International Press)
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