En septiembre de 2022, mientras buscaba trabajo, una mujer residente en la prefectura de Kanagawa halló una inusual oferta laboral en un importante sitio de búsqueda de empleo.
Consistía en comprar relojes de lujo en el extranjero. Eso era todo. La mujer aceptó y llegó a ganar hasta 1,1 millones de yenes (7.300 dólares) en un mes.
“Todavía no puedo creer que fuera real”, dice la mujer a Asahi Shimbun.
Demasiado bueno para ser real. Hoy, la mujer de 37 años está considerando declararse en quiebra personal: su compañía de tarjeta de crédito la asedia día y noche para que pague un total de 18 millones de yenes (119 mil dólares) por sus compras en el extranjero.
Como ella hay otras personas (alrededor de 40) que atraviesan por la misma situación. O peor. Una de ellas debe más de 30 millones de yenes (199.000 dólares).
Detrás de todo está una compañía de comercialización de relojes en Tokio.
Así funcionaba el trabajo:
La empresa buscaba compradores a través de internet.
Los interesados eran entrevistados por un reclutador en Tokio.
Si eran contratados, tenían que viajar al extranjero a destinos como Hong Kong y Tailandia, para comprar relojes de lujo valorados en millones de yenes.
Los gastos de viajes eran cubiertos por la empresa, pero la adquisición de los relojes corría por cuenta de los compradores, que utilizaban sus propias tarjetas de crédito.
Luego enviaban imágenes de los recibos a su reclutador a través de LINE.
Cuando regresaban a Japón, la compañía les transfería el dinero gastado en los objetos más una comisión del 5 o 6 % del precio de compra. Esa era la ganancia de los compradores.
¿Y cómo ganaba dinero la empresa? Revendiendo a precios más altos los relojes a turistas chinos en Japón, según el reclutador.
Algunos llegaron a ganar hasta 10 millones de yenes (66.000 dólares). Hubo quienes, incluso, sacaron nuevas tarjetas de crédito (más de 20) para poder comprar más.
Gracias al boca a boca el número de compradores creció.
Los problemas comenzaron a fines de noviembre, cuando la compañía dejó de transferir el dinero de las compras, dejando a los compradores endeudados.
Algunos de ellos se han unido para consultar a abogados, pero aun si presentan una demanda civil, es poco probable que la quebrada empresa disponga de suficientes activos para compensarlos, según el periodista Fumiaki Tada.
La compañía ha declinado ofrecer su versión de los hechos. (International Press)
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