“Mi esposo se casó conmigo ocultando el hecho de que es transgénero”.
Tras presentarse como una persona en la cincuentena, una mujer que reside en la prefectura de Kanagawa comienza de esta manera una carta que dirige a Yomiuri Shimbun en busca de ayuda.
Su calvario se remonta a 30 años atrás, cuando el comportamiento hostil de su cónyuge contra ella comenzó a empeorar.
“Él no se preocupó por mí ni siquiera durante mi embarazo, lo que me causó un desequilibrio mental y ver a un psiquiatra”, recuerda.
Ella entonces no sabía que su esposo era trans.
El hijo de la pareja creció y cuando salió de casa, su esposo comenzó a llevar una vida como mujer. Incluso abandonó temporalmente el hogar conyugal para mudarse con otra mujer.
Luego regresó a casa y hace unos diez años le confesó que era trans. En aquel momento la mujer de Kanagawa estaba atravesando por una situación difícil, batallando contra una enfermedad.
Su cónyuge quería que ella le diera su consentimiento para vivir como mujer. Para él era muy importante, por ejemplo, usar ropa interior femenina de manera cotidiana.
“No podía aceptar un esposo así y pedí el divorcio”, cuenta la mujer de Kanagawa.
Eso parece que amedrentó a su pareja, pues le dijo que ya no iba a intentar ser mujer porque no quería divorciarse. Incluso botó su ropa interior femenina.
Naturalmente, eso no arregla las cosas.
“Quiero vivir el resto de mi vida libremente”, dice ella. Quiere divorciarse y pregunta si es cruel hacerlo y contarle la verdad al hijo de ambos.
La mujer no ha comentado con nadie la situación con su esposo.
El profesor universitario Masahiro Yamada le responde -a través de Yomiuri- que el caso de ella es claramente uno de abuso doméstico.
Su esposo fue insensible en un momento difícil de ella, se aprovechó de su vulnerabilidad e hizo lo que quiso. “Es muy egoísta”, dice.
Yamada le sugiere no cargar sola con su problema y acudir al servicio de consulta para mujeres de su municipio en busca de ayuda, enfatizando que el problema es el abuso doméstico, no la identidad de género de su esposo.
También le aconseja hablar con su hijo. ”Si es adulto, creo que comprenderá completamente tu dolor”.
Por último, le escribe: “Todavía te queda un largo camino por recorrer en tu vida. De ahora en adelante, concéntrate en intentar vivir tu vida a tu manera y en disfrutarla”. (International Press)