Narumi Kurosaki, una joven japonesa de 21 años, desapareció en la ciudad de Besancon, Francia, donde estudiaba, en 2016.
Su cuerpo sigue sin aparecer, pero el tribunal francés de apelaciones ratificó esta semana la condena de 28 años de prisión por asesinato contra su exnovio, el chileno Nicolás Zepada, informa Kyodo.
“No soy un asesino. No maté a Narumi”, dijo el hombre de 33 años al tribunal.
La fiscalía había pedido cadena perpetua.
La defensa legal de la familia de Kurosaki dijo que estaba satisfecha con el fallo. SIn embargo, deploró que el hombre siguiera ocultando la verdad, lo que impide conocer el destino del cuerpo.
El chileno y la japonesa se conocieron cuando el primero llegó a Japón en 2014 para estudiar en la Universidad de Tsukuba, donde ella también era estudiante.
Entablaron una relación, pero en septiembre de 2016 ella viajó a Francia para estudiar y rompió con él poco después.
Zepeda fue la última persona que vio con vida a Kurosaki. Ambos cenaron y ella regresó a su residencia estudiantil con él. Algunas personas dijeron haber escuchado gritos y ruidos de golpes provenientes de la habitación de ella (sin embargo, nadie llamó a la policía). Desde entonces desapareció todo rastro de la mujer.
La fiscalía cree que Zepeda mató a Kurosaki asfixiándola o estrangulándola y que luego se deshizo de su cuerpo en un bosque o en el cercano río Doubs.
Durante el juicio, el fiscal Etienne Manteaux dijo que el hombre no podía soportar el hecho de que la mujer lo hubiera dejado e hizo alusión al “orgullo masculino herido” y los “celos enfermizos” de Zepeda, según AFP.
La abogada de la familia de la japonesa calificó como “tóxica” la relación de Zepeda con ella.
Kurosaki había rehecho su vida sentimental con un estudiante de Besancon.
Por otro lado, el abogado de Zepeda sostuvo que la muerte de Narumi pudo haber sido un accidente. El chileno y la japonesa habrían peleado, y en medio de la pelea ella se habría golpeado la cabeza con un radiador de su habitación y habría muerto. (International Press)