En 2019, la policía de la prefectura de Kanagawa detuvo a dos prostitutos callejeros.
En 2020, 2021 y 2022 no hubo ninguna detención.
Este año, entre mayo y septiembre detuvo a cinco trabajadores sexuales extranjeros de Tailandia, Filipinas y Perú, revela Asahi Shimbun.
La normalización de las actividades sociales en Japón tras la pandemia ha permitido la reactivación de la prostitución masculina callejera.
El problema es “especialmente evidente” en Wakabacho, un distrito con alrededor de mil habitantes en la ciudad de Yokohama
Por las noches, los prostitutos se acercan a los transeúntes y les preguntan en un japonés entrecortado si quieren “pasar un buen rato”.
“El ambiente del barrio es malo, por eso los residentes no caminan por la noche”, se queja Susumu Ashihara, líder de la asociación de vecinos de Wakabacho.
Para lidiar con el problema, la asociación de vecinos y la policía de Kanagawa han instalado cámaras de seguridad en la zona.
La policía realiza patrullajes y algunos agentes se hacen pasar por clientes. Fue así como detuvieron a los cinco extranjeros.
Sin embargo, la ley contra la prostitución solo incluye a las mujeres que la ejercen. No afecta a los prostitutos, quienes caen dentro del alcance de una ordenanza prefectural que impide molestar a los peatones.
Cuatro de los cinco extranjeros llegaron a Japón con visas de turista. La mayoría habría regresado a sus países de origen.
Muchos de los prostitutos son de Tailandia.
Entran al país con una visa de turista de 15 días, ganan dinero y regresan a casa.
La policía cree que existe una organización criminal que facilita su ingreso a Japón y les da alojamiento.
“Como los clientes vienen aquí, los prostitutos vienen a Japón porque saben que pueden ganar dinero”, explica un alto funcionario policial, para quien el problema de fondo es la demanda. (International Press)
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