“Japón debe apresurarse a crear una sociedad en línea en la que no se toleren las difamaciones”.
Así comienza un reciente editorial de Mainichi Shimbun que alude al suicidio de un miembro de la Asociación de Víctimas de Agresión Sexual de Johnny a mediados del mes pasado.
El hombre fue víctima de abusos sexuales por parte de Johnny Kitagawa, el fundador de la agencia de talentos Johnny & Associates.
Haber expuesto su caso ante los medios lo hizo diana de cierta gente en las redes sociales. Alguien escribió que solo quería dinero; otro dijo que su denuncia era un “truco publicitario”. Hubo otros ataques.
El hostigamiento lo empujó a quitarse la vida.
“Los irresponsables mensajes no consideraron sus sentimientos como víctima y provocaron consecuencias irreversibles. Fue nada menos que violencia verbal”, subraya Mainichi.
Johnny & Associates habría alimentado las difamaciones en línea.
Mainichi recuerda que el 9 de octubre, antes del suicidio de la víctima, la agencia publicó en su sitio web un mensaje que decía: “Tenemos información de que ha habido múltiples casos en los que personas que probablemente no son víctimas han contado historias falsas”.
¿Cuántas personas al leer esto no habrán pensado que muchos de los denunciantes mienten?
Porque el suicida no fue la única víctima de Johnny Kitagawa difamada. Otros también han sido atacados.
Varios de los agresores, sin embargo, no quedarán impunes, pues han sido identificados y denunciados penalmente.
Los ataques en línea no se limitan al caso Kitagawa.
Takuya Matsunaga, cuya esposa e hija de tres años murieron tras ser atropelladas por un conductor negligente en Tokio en 2019 y activista contra los accidentes de tráfico, ha sido acusado, entre otras cosas, de actuar movido por el dinero.
Rina Gonoi, la exsoldado que denunció abusos sexuales en las Fuerzas de Autodefensa de Japón, también ha sido atacada en línea.
En ambos casos se identificó y denunció a los atacantes.
Una buena noticia, sin duda, pero resta mucho por hacer.
Mainichi pide que las plataformas de redes sociales, sin violar la libertad de expresión, refuercen la moderación de los contenidos, eliminen publicaciones inapropiadas y congelen cuentas para poner fin a los abusos.
“Quienes se arman de valor para alzar la voz no deben quedar aislados”, concluye el medio japonés. (International Press)
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