Un trabajador médico de 71 años todavía oye el ruido del gruñido del oso que lo atacó el 12 de octubre en la prefectura de Aomori.
El hombre comparte con Yomiuri Shimbun la terrorífica experiencia.
El día mencionado, por la tarde, el septuagenario estacionó su coche al costado de una carretera para revisar el área antes de buscar hongos.
Apenas se había internado entre 2 y 3 metros en un bosque cuando oyó un crujido al otro lado de un arroyo.
Creyó que era un jabalí, pero de pronto vio un bulto negro acercándose a él. Era un oso.
“Una vez que me di cuenta, todo pasó tan rápido como un destello, menos de un segundo”, dice.
El oso, de aproximadamente 1,2 metros de altura, lo agarró y le clavó las garras en la nuca y en la mandíbula.
El animal intentó morderlo en el cuello, pero el anciano lo bloqueó con su mano izquierda, le dio una patada en el estómago y gritó “¡Maldición!”, lo que ahuyentó al oso.
Después de que el animal se alejó, el hombre, sangrando de la cabeza, corrió a una estación de policía y fue transportado a un hospital.
Fue un momento de pánico. Aunque resultó herido de gravedad (se fracturó el cráneo, se rompió la mano izquierda, sufrió cortes en el cuello y la cara), pudo defenderse y evitar que el ataque fuera peor.
El hombre lleva más de 10 años recogiendo hongos en la zona y nunca había visto un oso. Jamás hubiera imaginado ver uno tan cerca de un área poblada por humanos, dice.
El lugar del ataque está a 400 metros del campus de la Universidad Pública de Aomori y a 500 metros de un parque.
“Cualquiera puede encontrarse con osos en cualquier lugar, en cualquier momento», advierte el anciano. Por el momento dejará de buscar hongos. (International Press)
