En diciembre del año pasado, el inodoro de un veinteañero que vive en la región de Kanto se atoró y decidió llamar a RS Setsubi.
La compañía se promocionaba en su sitio web ofreciendo “reparaciones de fugas de agua y atascos: las tarifas más bajas de Kanto, a partir de 220 yenes (1,5 dólares)”.
“¡Sin cargos adicionales!”, decían.
Asimismo, prometían llegar a la casa del cliente en tan solo 10 minutos, revela Mainichi Shimbun.
Un técnico fue al departamento del joven, comenzó a trabajar en el inodoro y le dijo que tenía que llevarse el aparato para repararlo.
Todo le costaría 250.000 yenes (1.714 dólares).
El joven, preocupado, le dijo que no podía pagar la cifra pedida.
El técnico comenzó entonces a atacarlo verbalmente, llegando al extremo de decirle “idiota”.
Al final, “acordaron” un pago de 127.000 yenes (871 dólares) que el cliente transfirió a una cuenta bancaria de la empresa.
Ahí no terminó la historia, pues el joven decidió presentar un reclamo en un centro del consumidor para exigir el reembolso del dinero que pagó.
Su reclamo dio frutos y le devolvieron la plata.
Su caso no fue excepcional.
Así funcionaba:
El cliente reservaba a través de la web un trabajo de reparación. Cuando el técnico iba a su casa, hacía una cotización inicial. Sin embargo, luego decía que se necesitaban obras o equipos adicionales, y la tarifa se disparaba. Hubo un caso en el cual a un cliente se le cobró la suma de 800.000 yenes (5.480 dólares).
Entre julio de 2022 y mayo de 2023, las organizaciones de defensa del consumidor en Japón atendieron 294 casos de tarifas infladas de RS Setsubi por un total aproximado de 58,92 millones de yenes (404.000 dólares).
La empresa ya no funciona. (International Press)
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