En diciembre del año pasado, el municipio de Kumamoto hizo pública su decisión de incluir en su definición de ciudadanos a los residentes extranjeros.
Las autoridades solicitaron al público que expresara su opinión sobre la iniciativa que formaría parte de una ordenanza.
1.476 personas (alrededor del 90 % de los que participaron) rechazaron la propuesta. Lo llamativo era que el 70 % de ellas no residía en Kumamoto.
Un funcionario de la ciudad explicó que muchas de esas opiniones partieron de malentendidos, como creer que la ordenanza permitiría a los extranjeros votar en las elecciones locales, lo cual no era cierto.
Finalmente, el municipio se echó para atrás. Es decir, los residentes extranjeros ya no serán considerados oficialmente como ciudadanos, informa Mainichi Shimbun.
Kumamoto se justificó alegando que desea evitar causar malentendidos y preocupación entre los japoneses.
La medida no tenía ningún efecto práctico. No otorgaba ningún derecho o prerrogativa adicional a los extranjeros.
Su objetivo era promover la integración de los residentes extranjeros (poco más de 7 mil personas) a la comunidad local.
Un funcionario explicó que el hecho de que no se especifique que los extranjeros son también ciudadanos los excluya.
Sin embargo, Yasuko Iwashita, profesora de convivencia multicultural en la Universidad Hiroshima Bunkyo, calificó como “muy desafortunada” la decisión de Kumamoto.
Los residentes extranjeros tendrán una impresión negativa de la ciudad, viéndola como excluyente, dijo. (International Press)