Antes de la pandemia, alrededor de 10.000 personas de países como Polonia, Indonesia, Filipinas y Estados Unidos visitaban cada año el convento católico Seitai Hoshikai, ubicado en la ciudad de Akita.
El lugar, cerrado durante la pandemia, reabrió a fines de abril de este año y solo en mayo recibió a alrededor de 2.000 visitantes extranjeros, destaca Mainichi Shimbun.
El convento se asienta sobre una colina en las afueras de la ciudad japonesa. Su capilla fue construida en 2002 y es famosa por albergar una estatua de María, “Nuestra Señora de Akita”, que -dicen- ha derramado lágrimas.
A fines de junio, la capilla fue escenario de una misa en la que participaron 44 católicos polacos.
Entre ellos estuvo la pareja formada por Anrzej Gozdek, de 60 años, y su esposa Agnieszka, de 49.
Los europeos relataron a Mainichi que supieron de la existencia de la estatua de María en Akita por la iglesia a la que acuden en su tierra natal.
“Es tremendamente emocionante estar aquí, un lugar donde ha ocurrido un milagro más allá de toda explicación”, dijeron.
El caso de la pareja no es excepcional. El sacerdote polaco Jerzy Zajac, presente en el acto religioso, dijo que muchos en su país conocen la estatua y el convento de Akita por los medios.
La dirección del convento expresó su felicidad por las visitas de nuevos fieles extranjeros.
“La pandemia probablemente ha brindado muchas oportunidades para pensar sobre la vida y la muerte. Nos preguntamos si es por eso que ha aumentado el número de devotos”. (International Press)
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