El 5 de mayo, Keisuke Honda, un estudiante de 19 años de una universidad en Tokio salió de su casa temprano por la mañana. Nunca regresaría.
Keisuke murió ese día ahogado después de que la piragua en la que hacía canotaje con unos amigos se volcó en el río Tone, en la prefectura de Gunma.
Sus padres desean que la policía realice una investigación profunda del accidente para conocer exactamente las circunstancias en las que se produjo.
Entrevistada por Mainichi Shimbun, su madre declara: “No tenía idea de que iba a hacer canotaje”. Su padre tampoco lo sabía. Él creía que su hijo se iba de viaje de un día con unos amigos.
El día de la tragedia, alrededor de las 6:45 p. m., la policía de Gunma los llamó para informarles de que su hijo había desaparecido tras la volcadura de la canoa en la que iba.
Los padres fueron en coche hasta Gunma. Llegaron aproximadamente a las 9 p. m. Estaba oscuro y lo que sorprendió a ambos fue que no hubiera nadie buscando a su hijo.
Ellos mismos, linterna en mano, se abrieron paso entre la hierba al lado del río. Lo buscaron durante siete horas. No lo encontraron.
La policía lo halló cuando reinició la búsqueda a las 5 de la mañana del día siguiente. Estaba a unos 300 metros río abajo del puente Suwakyo. No llevaba chaleco salvavidas.
Los padres hablaron durante una hora con representantes de la empresa de viajes en piragua que contrató su hijo en busca de explicaciones: en qué circunstancias se produjo el accidente, qué labores de rescate llevaron a cabo, etc.
No respondieron nada concreto. “No nos dijeron nada”, recuerda el indignado padre.
Peor fue cuando luego se enteraron de que un guía que iba en otra piragua (parte de un tour con tres canoas: dos con familias, y el tercero con jóvenes, entre ellos Keisuke) dijo que aquella donde estaba la víctima -tras subir a ella un momento- se volcaría.
Cuando las dos canoas con las familias dejaron atrás el lugar donde se produjo el accidente y mientras esperaban que llegara la tercera, el guía volvió a decir que se volcaría.
Eso fue lo que ocurrió y el tour tuvo que ser suspendido.
Antes del accidente, los participantes del viaje se hicieron fotos. En ellas aparece Keiskue, con un chaleco salvavidas y un casco, riéndose con sus amigos.
El chaleco salvavidas se le habría desprendido tras la caída.
El presidente de la empresa de viajes en canoa lamentó el accidente y explicó que sus clientes firman formularios de consentimiento en los que reconocen que si se caen del bote podrían romperse los huesos o incluso ahogarse, entre otras cosas.
Además, se les explica verbalmente acerca de los riesgos a los que se exponen.
Con respecto a lo dicho por el guía (que la piragua se volcaría), dijo que a veces, cuando dos canoas se han adelantado y esperan a la tercera, en broma dicen que la ayudarían de tal o cual forma si se hundiera.
Mientras tanto, Hidetoshi Saito, jefe una organización de rescate y profesor universitario, declara a Mainichi que la gente debe ser consciente de que las canoas pueden hundirse o volcarse, lo cual no significa que no deban subirse a ellas, sino colocarse los chalecos salvavidas de manera correcta. (International Press)