Takuya Matsunaga perdió a su esposa Mana, de 31 años, y su hija Riko, de tres, en 2019.
Ambas fueron atropelladas por Kozo Iizuka, un hombre de 87 años, mientras cruzaban una calle en Tokio.
Iizuka, un exfuncionario de alto rango (presidió la extinta Agencia de Ciencia y Tecnología de Japón), perdió el control de su vehículo y además de matar a la mujer y su hija, hirió a nueve peatones.
El accidente conmocionó a la sociedad japonesa y puso sobre la mesa el riesgo que supone que personas de tan avanzada edad continúen conduciendo.
Cuatro años después del accidente, a la misma hora en que se produjo, Matsunaga oró por Mana y Riko frente un monumento conmemorativo construido para las dos cerca del lugar de la tragedia.
El hombre de 36 años dejó flores en el lugar, informa Mainichi Shimbun.
“Juré una vez más que sus muertes no serían en vano. Todas las vidas en este mundo son tan valiosas como las suyas. Y por eso que quiero que las personas conduzcan con amor, para proteger las valiosas vidas de los demás”.
Frente al monumento se instaló un stand donde la gente deja flores, alimentos y libros.
Una persona presente en la ceremonia contó que tiene una hija de la misma edad que Riko, motivo por lo cual siente el accidente como algo personal. “Siempre trato de tener cuidado al pensar en los dos (Mana y Riko)”, declaró a Mainichi. (International Press)
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