Febrero del 1992, llegué con mis pequeñas hijas de 9 y 7 años al Aeropuerto Internacional de Narita, fue mi primer viaje fuera de Perú.
A diferencia de los aeropuertos de Lima y Los Ángeles, el de Narita está muy cerca de campos de cultivo lo que le da una bonita vista aéra. Otra diferencia que seguramente llama la atención a los viajeros es que son pocos los policías que se pueden ver patrullando las calles, lo que contrasta con los de las otras ciudades fuertemente armadas.
Mi primera sensación al pisar tierra nipona fue de tranquilidad.
Llegamos a un departamento en la prefectura de Chiba pensado que era para dos personas, pero que por lo pronto sería el lugar donde nos acomodaríamos junto con nuestras dos niñas.
Otra cosa que me sorprendió en el viaje de trayecto hacia la que sería mi ciudad de residencia durante 31 años, fue no escuchar el claxon de los coches. La manera de conducir calmada, sin los violentos arranques, frenadas o repentinos golpes de timón contrastaban con lo que estaba acostumbrado en Perú.
La segunda sensación fue de seguridad.
En esos años la migración de nikkeis latinoamericanos a Japón con sus familiares iba en aumento y en muchas empresas trabajaban varios miembros de una misma familia. Encontrar libros para estudiar japonés no era fácil y a librería Manantial en Tokio, era un oasis en un país donde abundan las librerías bien surtidas, pero que tenían pocos libros en idiomas extranjeros. En la actualidad los hay en varios idiomas.
Mi primer día en la fábrica tuvo el inconveniente, como para muchos, el idioma. Las fábricas fueron el inicio obligado para la mayoría de esa primera ola de dekaseguis peruanos. El objetivo era trabajar y sacar adelante a la familia.
Febrero del 2023, las noticias sobre los emprendimientos de los latinoamericanos en Japón es constante. Entre estas gratificantes novedades destaca Masao Aizawa, CEO de Auto Mirai. Un joven empresario que no solo invierte en nuevos negocios propios, sino que también está apostando por la multiculturalidad y el crecimiento de otros connacionales.
Como él, en una rápida mirada hacia la segunda generación en otras prefecturas, se nota una juventud que ya se adaptó a Japón, que van a las universidades e institutos tecnológicos. Muchos son bilingües y no pocos van por un tercer idioma. Creo que los esfuerzos de quienes llegamos desde los 90´ está dando sus frutos. El sueño de hacer un latinamerican town ya es casi una realidad.