Hideyuki Masunouchi, un hombre de 44 años, trabajaba para una empresa de construcción en la prefectura de Hyogo, instalando baldosas para terrazas y cubiertas de madera.
El 8 de agosto de 2018 el japonés se desplomó mientras trabajaba y fue trasladado de emergencia a un hospital.
Inconsciente, con una hemorragia subaracnoidea, Masunouchi murió el 21 de septiembre de ese año.
El hombre había estado trabajando bajo un sol abrasador día tras día, con temperaturas por encima de los 30 grados.
Desde entonces, su viuda libra una batalla para que las autoridades reconozcan que su muerte se debió a las condiciones en las cuales trabajaba y que, por ende, le corresponde una indemnización.
La mujer presentará una demanda civil en el Tribunal de Distrito de Osaka, informó Mainichi Shimbun.
Hasta el momento, las autoridades han rechazado ofrecer una reparación a la viuda.
En junio de 2019, la oficina de inspección de normas laborales determinó que Masunouchi había trabajado un promedio de 62 horas extra mensuales en los dos meses previos a su muerte, con lo cual estaba por debajo de la línea roja (80 horas al mes) a partir del cual se considera que hay riesgo de muerte por exceso de trabajo.
La viuda continuó bregando.
En septiembre de 2022, el Comité de Apelación del Seguro Laboral del gobierno de Japón estableció que Masunouchi había trabajado en realidad 73 horas extras al mes, pero mantuvo la decisión de la oficina de inspección de normas laborales.
Antes las resoluciones adversas, la mujer planea acudir ante el Tribunal de Osaka, a la que pide tomar en cuenta que en 2021 se introdujo una modificación legal en Japón, según la cual para establecer una muerte por exceso de trabajo no solo se debe considerar las horas extras, sino también las condiciones laborales (como el calor extremo).
Un excolega de Masunouchi explicó que a veces las temperaturas pueden superar los 50 grados cuando se trabaja en lugares donde el calor queda atrapado, “creando un ambiente similar al de una sauna”. (International Press)