En junio de 2021, una mujer musulmana oriunda de un país del sur de Asia estaba con su hija de 3 años en un parque en Tokio, cuando un japonés acusó a la pequeña de haber pateado a su hijo.
El hombre gritó “¡gaijin!”, una palabra que a menudo se usa de forma despectiva para referirse a los extranjeros, según Mainichi Shimbun. Luego le exigió a la mujer que mostrara su tarjeta de residencia.
Atraídos por el escándalo montado por el sujeto, seis policías llegaron al lugar. La mujer los vio con alivio, pues creyó que la ayudarían.
Sin embargo, uno de los policías arremetió contra la niña: “¿De verdad no puedes hablar japonés? Tú pateaste al niño, ¿verdad?”.
Durante dos horas, la mujer y su hija respondieron a las preguntas de la policía. Allí no terminó todo. La policía las llevó después a una estación policial, donde las sometieron a más interrogatorios durante otro extenso periodo.
Como si eso no fuera suficiente, la policía le entregó al hombre información personal de la mujer, como su número de teléfono y dirección.
La mujer ha presentado una demanda contra la policía, a la que exige una compensación de 4,4 millones de yenes (32.100 dólares) por daños.
El abogado de la extranjera dice que la policía, en vez de darle una mano, la hizo sentir indefensa.
Este caso expuesto por Mainichi revela los sesgos de la policía japonesa que perjudican a los residentes con ancestros extranjeros en el país.
La policía reconoció seis casos en 2021 en los cuales los agentes, movidos por sus prejuicios raciales, actuaron contra personas de apariencia extranjera, como un joven afrojaponés al que un policía registró sus pertenencias porque, de acuerdo con su experiencia, una persona con rastas suele llevar drogas.
La policía asegura que no existe intención de discriminar por parte de sus miembros y que les brinda orientación. Sin embargo, Naomi Kawahara, fundadora de Japan for Black Lives, una organización que busca educar a los japoneses sobre la cultura afroamericana se muestra escéptica al respecto, pues sabe de casos de discriminación desde hace al menos diez años sin que nada haya cambiado.
Kawahara revela que hay personas negras que por su apariencia comenzaron a ser interrogadas por la policía japonesa cuando eran estudiantes de secundaria. Algunas incluso fueron abordadas frente a sus casas, con las llaves en sus manos, pero los policías no les creían.
Un sondeo realizado por el Colegio de Abogados de Tokio a 2.094 residentes extranjeros (o con raíces extranjeras) en Japón halló que el 62,9 % había sido abordado por la policía en los últimos cinco años. De ellos, el 76,9 % creía que había sido interrogada solo por su apariencia de extranjeros.
Un residente encuestado, que nació y creció en Japón, contó que una vez un policía le gritó: “¡Ustedes, los extranjeros, regresen a sus países, los extranjeros no merecen derechos humanos! ¡Váyanse a casa! ¡Llévense a su familia y váyanse a casa!”.
Otro caso de discriminación racial: en mayo de 2020, dos policías de Tokio interceptaron a un automovilista turco, lo agarraron por los brazos y lo arrastraron al suelo.
El turco entabló una demanda contra la policía, a la que exige una reparación. Antes de que lo atacaran, hizo contacto visual con uno de los policías.
La policía dijo que intervino porque sospechaba que el hombre llevaba drogas en su vehículo. Sin embargo, no encontraron nada.
En un informe interno, el jefe de los policías que actuaron contra el turco señaló que sus acciones habían sido “parcialmente incorrectas”. (International Press)
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