Okinawense mestiza: de sentirse culpable a hablar alto para ser reconocida por la sociedad japonesa

Monumento alusivo a la guerra en Okinawa (Maruchin Vlog / YouTube).

 

Minako Toguchi, hija de un soldado afroestadounidense y una madre okinawense, creció con conflictos de identidad.


Nació en Estados Unidos, pero tras la separación de sus padres, se mudó a Okinawa con su mamá.

Era una niña y la vida en la escuela era difícil por su condición de mestiza. Su piel era más oscura que la de sus compañeros de clase y se burlaban de su cabello ensortijado, que ella intentaba alisar. “Quería ser como todos los demás”, recuerda.

Pero lo peor no era eso, sino sentirse culpable por su ascendencia estadounidense.


En declaraciones a Kyodo, la mujer de 27 años recuerda cuando llevaban a su clase a visitar los monumentos alusivos a la Segunda Guerra Mundial o escuchaba los testimonios de los supervivientes.

El enemigo en la guerra fue EEUU y ella sentía que eso de alguna manera la alcanzaba.

“Con frecuencia me preguntaba: ‘¿Se me permite estar aquí? ¿Estoy hiriendo sus sentimientos?”, dice.


Llegaba hasta el extremo de preguntarse si los estadounidenses, personas con las que compartía raíces, eran tan malos.

Alrededor de 100.000 civiles perdieron la vida en Okinawa durante la guerra, subraya Kyodo. “El resentimiento hacia la presencia militar de EEUU en la isla, que alberga la mayor parte de las instalaciones militares de EEUU en Japón, es profundo”.


Víctimas indirectas del resentimiento que menciona la agencia de noticias son los okinawenses mestizos como Minako.

Criada por su madre, su experiencia es como la de muchos okinawenses con padres estadounidenses que son criados por madres japonesas solteras después de un divorcio o separación, con lo cual crecen alejados de la cultura de sus papás.

Por un lado, sufren discriminación en Okinawa, y por el otro no tienen relación con el acervo estadounidense.

Minako vivió en carne propia la discriminación en la otra orilla. Estudió durante un breve periodo en una escuela dentro de una base estadounidense en Okinawa cuando estaba en tercer grado, pero no consiguió encajar y se fue después de varios meses. Una vez, un compañero de clase negro le dijo: “Tú no eres negra”.

Por suerte, poco a poco Minako ha logrado superar los sentimientos de culpabilidad. El movimiento Black Lives Matter la ha empoderado. Una experiencia reconfortante para ella fueron los comentarios positivos que recibió tras relatar durante una transmisión en vivo en Instagram su vida como mestiza.

Minako, modelo e instructora de baile, alza su voz para visibilizar a las personas como ella.

“El mayor problema es que la sociedad japonesa no es consciente de que existen personas como nosotros, aunque somos muchos”, dice. “No habíamos elevado la voz porque teníamos miedo, pero es importante que hablemos alto para que la gente nos reconozca”. (International Press)

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