El martes pasado, Yuzuru Kanda arribó al aeropuerto de Narita tras once horas de vuelo desde California.
Lo que Kanda jamás imaginó es que poco después tendría que volver a volar, esta vez a la ciudad de Fukuoka, situada a unos 940 kilómetros de distancia.
¿La razón? Los hoteles cerca de Tokio estaban llenos. Sin espacio para albergar a viajeros procedentes del extranjero, los pasajeros fueron forzados a trasladarse hasta Fukuoka.
En declaraciones a la NHK, Kanda se declaró en shock por lo ocurrido. “Nunca esperé que me enviaran tan lejos”, dijo.
Japón ha reforzado los controles fronterizos ante el surgimiento de la variante ómicron. Las personas que proceden de países y territorios donde se ha detectado la variante deben permanecer en cuarentena de tres a 10 días tras su llegada a Japón.
Pese a que el gobierno japonés ha restringido el ingreso a su territorio (solo los japoneses y los residentes extranjeros pueden entrar al país), está enfrentando dificultades para encontrar habitaciones de hotel que acojan a los viajeros durante su obligatorio periodo de autoaislamiento.
La escasez de espacio origina hechos insólitos, como el que le tocó vivir a Kanda.
El gobierno tiene aseguradas 13.000 habitaciones para la cuarentena de los viajeros. Probablemente no alcanzarán considerando que se avecina fin de año y muchos japoneses retornarán a su país. (International Press)
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