El 28 de octubre arribó a Japón un grupo de más de 50 investigadores extranjeros, invitados por la Fundación Japón, una organización afiliada al Ministerio de Asuntos Exteriores japonés que desarrolla programas de intercambio cultural en el ámbito mundial.
Los académicos están alojados en un hotel cerca del Aeropuerto de Narita, donde deben permanecer en cuarentena hasta un máximo de 15 días, una disposición impuesta por el gobierno de Japón a todas las personas que proceden del extranjero para frenar los contagios de coronavirus.
Las estrictas reglas que les impiden no solo salir del hotel, sino incluso de su habitación, han sido objeto de críticas, revela Kyodo.
Los académicos extranjeros están “encarcelados” en sus cuartos, aseguran los detractores de la medida.
«Al menos podrían dejarnos salir de la habitación para dar un paseo una vez al día», dice uno de los investigadores.
Otro de los recluidos califica el encierro como uno de los peores casos de «racismo». «Japón se está deshonrando a sí mismo», añade.
“Xenofobia” es otra palabra empleada para referirse a la reclusión.
Para los afectados, su habitación de hotel es una “cárcel dorada”.
La presencia de guardias de seguridad para vigilar que los académicos no “escapen” acentúa la sensación de que están en una cárcel.
Tras su arribo al país asiático, los extranjeros firmaron un juramento por escrito mediante el cual se comprometieron a no salir bajo ningún motivo y permanecer en una habitación asignada. A nadie se le preguntó si estaba vacunado. (International Press)
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