Muchos estudiantes extranjeros en Japón la están pasando mal por la pandemia de coronavirus. Han perdido sus empleos (o están trabajando menos horas), y con sus ingresos mermados enfrentan severas dificultades para cubrir sus gastos básicos.
Uno de ellos es un estudiante universitario de Mongolia de 21 años que vive en Tokio. Solo puede comer una vez al día y se ha atrasado en el pago de alquiler del apato que ocupa, revela Mainichi Shimbun.
El joven mongol vive en Japón desde hace tres años, habla japonés con fluidez y hasta que llegó la pandemia trabajaba en una tienda de conveniencia.
Ganaba alrededor de 80.000 yenes (726 dólares) al mes, monto con el que pagaba comida, teléfono, servicios públicos y alquiler. Los costos de la universidad, unos 800 mil yenes (7.260 dólares) al año, eran cubiertos por sus padres en Mongolia con dinero prestado.
Su situación prepandémica era precaria, pero se las arreglaba para salir adelante. Hasta que llegó el virus y el trabajo cayó drásticamente.
La tienda de conveniencia donde trabajaba está en un edificio de oficinas. Debido al estado de emergencia decretado por el gobierno para contener la propagación del virus, la afluencia de clientes se desplomó y sus turnos de cuatro veces por semana se redujeron a una.
La caída de sus ingresos hacía imposible que llegara a fin de mes, así que renunció en busca de un trabajo mejor remunerado. Consiguió empleo en una tienda de 100 yenes, pero en marzo de este año lo dejó debido a las malas condiciones laborales.
Comenzó a buscar arubaito (trabajo a tiempo parcial), pero solo encontró negativa tras negativa, hasta que a fines del mes pasado halló uno en una tienda de conveniencia. Hace tres turnos a la semana, pero para recibir un pago completo tendrá que esperar hasta el 10 de julio.
Mientras tanto, solo come una vez al día (arroz, kare, carne barata, etc.) y tiene miedo de contestar el teléfono porque todos los días lo llaman para preguntarle cuándo pagará el alquiler atrasado.
Cuando era niño, el joven mongol vivió tres años en Japón por el trabajo de su papá y estudió en una escuela de primaria. Lo que no imaginó es que en su anhelada segunda etapa en Japón, como estudiante universitario de negocios, sufriría tanto. Su meta es trabajar en la industria de la tecnología de la información.
En el país asiático, hasta mayo del año pasado, había 279.597 estudiantes extranjeros. La mayoría hace arubaito. Por ley, los estudiantes extranjeros pueden trabajar hasta 28 horas a la semana. (International Press)
Be the first to comment