En octubre de 2017, un ingeniero de 28 años que trabajaba en Toyota se suicidó. Tras su muerte, su familia comenzó una batalla para que el gigante japonés del motor reconociera su muerte como consecuencia de los maltratos que le infligía su jefe.
La compañía llevó a cabo una investigación interna que no halló una relación causal entre el suicidio y el hostigamiento que sufría en el trabajo.
Sin embargo, la Oficina de Inspección de Normas Laborales local falló en septiembre de 2019 a favor de la familia, motivo por el cual esta tiene derecho a recibir una compensación por la muerte del joven.
Ante las evidencias, Toyota revirtió su posición inicial y llegó a un acuerdo de compensación con la familia por un monto no hecho público, según Mainichi Shimbun.
Además, el fabricante de coches se comprometió a adoptar medidas para que casos como el reseñado no se repitan. Por ejemplo, ha creado un espacio de consulta para recibir denuncias de acoso de poder, que serán investigadas con participación de abogados externos.
El presidente de Toyota Motor, Akio Toyoda, pidió perdón en persona a la familia en dos ocasiones: primero, después del fallo de la oficina de inspección laboral, y segundo, después del acuerdo al que ambas partes arribaron.
La víctima ingresó al departamento de diseño de vehículos en la prefectura de Aichi en marzo de 2016. Su jefe inmediato solía insultarlo, diciéndole “estúpido” o que sería mejor que muriera.
En julio de ese año, el empleado tomó una licencia de tres meses y se le diagnosticó un trastorno de adaptación. Cuando regresó al trabajo, la situación no mejoró. Por el contrario, fue obligado a sentarse cerca del maltratador. A gente que lo rodeaba comenzó a decirles que quería morir. En octubre se quitó la vida. (International Press)
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