Hasta marzo, 9.173 personas habían muerto por coronavirus en Japón (la cifra no incluye a los fallecidos en el crucero Diamond Princess y en instalaciones de cuarentena en aeropuertos y puertos). De ellas, 7.404 corresponden a noviembre en adelante, según datos del gobierno japonés.
Es decir, alrededor del 80 % de las muertes por el virus ha ocurrido durante la tercera ola, que comenzó en noviembre, advierte Asahi Shimbun.
Otro dato importante a tener en cuenta es que tres cuartas partes de las muertes durante la tercera ola se han registrado en ocho prefecturas: Tokio, Hokkaido, Saitama, Chiba, Kanagawa, Aichi, Osaka y Hyogo.
Las personas de 60 años o más representaron el 96 % de las muertes en la tercera ola. Las de 80 años o más representaron el 67 %.
En Tokio, alrededor de 1.100 personas murieron entre enero y marzo, de las cuales casi el 60 % falleció en residencias y hospitales.
El fuerte aumento de las muertes durante la tercera ola se debe en gran parte a los focos de infección en lugares con personas con mayor riesgo de desarrollar síntomas graves: se multiplicaron por cinco en las residencias para ancianos y por tres en los hospitales con respecto a la segunda ola.
Además, las autoridades en Japón han tardado en tomar medidas para frenar la propagación del virus e impedir que llegue a asilos y hospitales, según Asahi Shimbun.
El gobierno de Japón ha estado más ocupado en buscar que los bares y restaurantes recorten sus horas de atención.
Algunos expertos en salud temen que Japón esté entrando en una cuarta ola de infecciones con variantes más contagiosas y mortales.
Lo preocupante es que esto se produce mientras los residentes de las grandes ciudades, como Tokio, han relajado las medidas de prevención tras dos meses y medio de movilidad reducida y salidas limitadas bajo un estado de emergencia.
Por otro lado, Japón está a la zaga con respecto a otros países desarrollados en la aplicación de vacunas, que comenzó en febrero con trabajadores de la salud. (International Press)
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