Japón comenzó a aplicar vacunas contra el coronavirus a mediados de febrero. Hasta el viernes pasado, había suministrado alrededor de 46.500 dosis a los trabajadores médicos de primera línea.
A este ritmo, se necesitarían 126 años para vacunar a la población total del país asiático (aproximadamente 126 millones de personas), según Reuters.
La falta de suministro y la escasez de jeringas especiales obstaculiza el proceso de vacunación en Japón.
En la comparación con su vecina Corea del Sur, pierde con holgura. Los surcoreanos comenzaron a vacunar una semana después que Japón y hasta el domingo habían aplicado casi siete veces más dosis.
El sentido de urgencia de Japón no es similar al de otros países del G-7, advierte Haruka Sakamoto, médica e investigadora de la Universidad de Keio.
Las autoridades japonesas son conservadoras con respecto a la aprobación de nuevos medicamentos, incluyendo las vacunas.
Japón exige que se realicen ensayos clínicos para nuevos medicamentos con pacientes japoneses, lo que ralentiza su proceso de aprobación.
Sakamoto explica a Reuters que la postura conservadora del Ministerio de Salud se debe a que en el pasado se aprobó un nuevo medicamento relativamente rápido, generando críticas por parte del público y los medios al ministerio por apresurarse y poner en riesgo la seguridad.
Japón solo ha aprobado la vacuna desarrollada por Pfizer. Actualmente, se están realizado ensayos clínicos en el país asiático para las vacunas de AstraZeneca y Moderna.
El país prevé vacunar a alrededor de 4,8 millones de trabajadores médicos en una primera etapa. En abril, comenzará la vacunación de 36 millones de ancianos. (International Press)
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