Para un joven, estudiar en el extranjero puede ser enriquecedor desde el punto de vista académico y humano, pero también una pesadilla.
Lo fue para una joven de 22 años de una universidad en Tokio, que pasó un año estudiando en Europa hasta julio, revela Asahi Shimbun.
La primera persona japonesa que conoció fue un expatriado que trabajaba para una importante empresa japonesa con filial en el país europeo.
El hombre supo ganarse su confianza. Le daba consejos cuando tenía un problema y le decía dónde hacer las compras.
A fines del año pasado, el japonés la invitó a su casa a comer comida japonesa. Lo que el tipo no le dijo era que su esposa y sus hijos estaban de visita en Japón. El tipo la violó.
La chica asistió más adelante a una reunión de Año Nuevo en la Embajada de Japón. En ellas, otros japoneses, hombres de negocios como el violador, la manosearon y le propusieron quedarse a solas con ella o que fuera su novia.
La víctima buscó ayuda en un abogado en Japón y el violador accedió a pagarle una compensación por daños y perjuicios.
Una vez finalizado el proceso, la estudiante confiesa a Asahi que dejó de sentirse culpable.
¿Y si lo que le ocurrió no fue un acto aislado? ¿Y si otras estudiantes japonesas sufren lo mismo en el extranjero y no tienen a quién acudir?
La joven comenzó a sospechar que su caso no era excepcional, que había un patrón: expatriados japoneses, hombres de negocios, que acosan o violan a jóvenes estudiantes japonesas que no conocen el país al que han llegado.
Así las cosas, decidió organizar una investigación en línea con apoyo de otros estudiantes, entre ellos una joven de 21 años que fue violada en el extranjero, donde hacía una pasantía, por un hombre de negocios japonés.
De las 516 personas que respondieron al sondeo hecho entre mayo y junio, 157, en su mayoría mujeres, revelaron haber sufrido acoso sexual y violaciones mientras estudiaban en el extranjero.
En muchos casos, los violadores fueron expatriados japones.
A la luz de los resultados, el equipo que hizo el estudio elaboró un manual con pautas para advertir a los estudiantes sobre los riesgos que podrían enfrentar en el extranjero y cómo lidiar con la situación.
Además, se pondrán en contacto con empresas japonesas con sucursales en el extranjero para que tomen medidas y eviten que sus empleados abusen de las estudiantes.
Por último, y no por ello menos importante, quieren reforzar la idea de que «la víctima nunca tiene la culpa». (International Press)
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