Las fabricantes japonesas de automóviles están prefiriendo triplicar el salario de sus operarios en México y mantener sus plantas en el país que mudarse a EEUU al amparo del nuevo Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte y contrario a los cálculos del presidente Donald Trump, informó hoy el diario económico Nikkei.
El Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá requiere que el 40% o más de las piezas de cada vehículo de pasajeros sean fabricados por trabajadores a quienes se les pague al menos US$16 por hora como condición para que no tengan aranceles en la región.
Trump había elogiado esta característica del acuerdo, una tarifa salarial más alta de la que se paga en México, como una forma de impulsar la producción en los EEUU. Sin embargo, los cálculos del mandatario norteamericano no han acertado.
La proporción de piezas hechas en EEUU y en Canadá entre los vehículos ensamblados en México y vendidos en EEUU fue de 13,5% en 2018. Trump esperaba una migración de las plantas, entre ellas las japonesas, desde México a EEUU para cumplir con la cuota del 40% de piezas y eso no ha ocurrido.
Las fabricantes japonesas, que ya habían posicionado sus plantas en México con el antiguo TLCAN, no están dispuestos a mover su base de producción. Es caro.
Keihin, fabricante de piezas afiliado a Honda Motor, aumentará el salario por hora de los empleados en su fábrica en México a US$16 por hora desde julio, el triple del salario promedio de una planta de piezas en el país. Es más barato que hacer una mudanza.
También Piolax, que hace piezas para coches hechos en México, aumentará el salario de los obreros a US$16 por hora en el transcurso del año.
Citando fuentes de Toyota Motor, el Nikkei dijo que la empresa construyó una nueva planta en México en 2015 y desde febrero comenzó allí la producción de camionetas a gran escala. Irse a EEUU no es fácil.
La agencia de investigación estadounidense Center For Automotive Research estima que con las nuevas políticas del 13% al 24% de todos los automóviles vendidos en EEUU estarán sujetos a aranceles.
Si los fabricantes pasan esos costos al precio, los coches aumentarán su precio entre US$470 y US$2.200. Si cae la venta de automóviles en Estados Unidos por efectos de las políticas de Trump, se perderán entre 70.000 y 360.000 empleos con una reducción del producto interior bruto de hasta US$30.400 millones de dólares.
Mal augurio en momentos que la industria busca rehabilitarse de los efectos de la pandemia del coronavirus. (Resumen International Press)
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