El año comenzó diferente para los habitantes del pueblo de Taka, ubicado en una región montañosa en la prefectura de Hyogo. El 1 de enero entró en vigor una ordenanza que establece que sus residentes deben elogiar, felicitar o agradecer a una persona al día.
La regla no fija castigos para quien no la cumpla, así que su aplicación no es obligatoria. El objetivo de sus impulsores, básicamente, es crear un mejor ambiente entre sus habitantes, facilitar la convivencia social, explica Mainichi Shimbun.
La ordenanza recoge el espíritu de estos tiempos, en los cuales las redes sociales son a menudo instrumentos para los ataques. «Esta es una época en la que las personas critican y lastiman anónimamente a los demás», dice.
Compartir palabras de elogio y agradecimiento -resalta- podría promover la bondad y una sociedad más feliz. «Una vez al día, elogie a una persona y construyamos una sociedad activa comunicando nuestra gratitud».
A casi de un año de la implementación de la insólita norma, la primera de su tipo en Japón, ¿cuán efectiva ha sido? ¿Cuánto ha calado en la gente?
Para averiguarlo, Mainichi envió a un reportero a Taka, un pueblo de unos 20 mil habitantes.
Basta con pisar Taka para enterarse de la ordenanza. En el frontis del municipio, cuelgan enormes banderolas en las cuales se lee que Taka es el pueblo de “un día, un cumplido”.
Hajime Takata, director de la asamblea local, autor de la ordenanza, admite que no está seguro de cuánto impacto llegará a tener en la gente, pero si consigue que disminuyan los casos en los cuales una persona critica a otra, entonces vale la pena. «Repartir elogios puede ser bastante difícil», apunta.
¿Cómo se manifiesta la ordenanza en la vida cotidiana?
El reportero visita un negocio de comida y conversa con una trabajadora, una sexagenaria. “Todo los empleados aquí nos felicitamos por la cocina del otro», dice. Todas las personas que trabajan en el lugar están de buen ánimo.
Una residente de 83 años que trabaja en una granja afirma que la ordenanza «es algo bueno. Les digo a mis nietos ‘buen trabajo’ todo el tiempo».
Los niños también cumplen la ordenanza. Un pequeño de 9 años cuenta que cuando un alumno de su escuela se esfuerza y estudia duro, sus amigos le dicen que es genial. El niño dice que los elogios lo hacen feliz y lo incentivan, a su vez, a alabar a otros.
Mientras tanto, el director de un colegio dice que estimula a los alumnos a hacerse cumplidos unos a otros.
Cuando el reportero se está alistando para dejar Taka, recibe un mensaje del director de la asamblea local: «Gracias por venir a vernos hoy». La ordenanza parece funcionar. El periodista no recuerda cuántas palabras de agradecimiento ha escuchado durante su estadía en el pueblo y dice que está embargado por una sensación de calidez.
No en vano este pueblo es conocido en todo Japón por haber iniciado el día del respeto a los ancianos, un feriado nacional. Un tercio de los habitantes de Taka tiene 65 años o más. (International Press)
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