Llegó a ser conocida como la “princesa triste” por el trastorno de adaptación que sufre, agobiaba por la rigidez de la vida palaciega y la presión por tener un hijo varón. Su enfermedad la obligó a ausentarse durante largo tiempo de actividades oficiales.
Hoy, la emperatriz Masako, si bien continúa bajo tratamiento, ha mejorado. Sus apariciones públicas han aumentado y ya no es inusual verla, siempre sonriente, acompañando a su esposo, el emperador Naruhito.
Masako participó el martes en la ceremonia de entronización de su esposo en el Palacio Imperial de Tokio, un evento al que asistieron unos 2.000 invitados, entre ellos representantes de 190 países y organizaciones internacionales.
La emperatriz también tuvo una activa participación cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, visitó Japón tras la ascensión al trono de Naruhito. Trump fue el primer jefe de estado extranjero en ser recibido por el nuevo emperador.
Durante la estadía de Trump y su esposa Melania en Japón, Naruhito y Masako fueron vistos hablando a menudo con sus invitados en los eventos en los que participaron, destaca Kyodo.
Masako también acompañó a Naruhito en viajes oficiales a las prefecturas de Aichi, Akita, Ibaraki y Niigata entre junio y septiembre. La pareja imperial se acercó y saludó a la multitud que se congregó en estaciones y calles para verlos.
El próximo año, Naruhito y Masako viajarán al extranjero por primera vez desde la entronización y tienen previsto asistir a los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio.
Nacida en 1963, Masako Owada es políglota (habla cinco idiomas), se graduó de la Universidad de Harvard y abandonó su carrera diplomática para casarse con Naruhito en 1993. (International Press)
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