Los medios en Japón han hecho públicos documentos antiguos que revelan que en 1952 el emperador Hirohito quiso expresar su arrepentimiento y remordimiento por la Segunda Guerra Mundial, pero que el entonces primer ministro japonés se opuso.
Esos documentos también han permitido conocer que Hirohito pensó seriamente en renunciar por su responsabilidad en la guerra y lo comunicó.
«Si el pueblo deseara mi abdicación, no dudaría en hacerlo», dijo el emperador en 1951, después de que Japón firmó el Tratado de Paz de San Francisco, que entró en vigor en 1952 y mediante el cual terminó la ocupación aliada y el país asiático recuperó su soberanía.
La idea de abdicar venía de antes. En agosto de 1945, Koichi Kido, entonces ministro del Interior, escribió en su diario que el emperador le preguntó si su abdicación podría evitar que los responsables de la guerra fueran extraditados a las potencias aliadas que ocuparon Japón después de la guerra.
La controversia sobre su abdicación -recuerda Mainichi Shimbun- alcanzó su punto más alto cuando el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente estaba a punto de emitir su fallo sobre los criminales de guerra japoneses en 1948.
El tribunal condenó a muerte por crímenes de guerra a altos funcionarios de Japón, como el primer ministro Hideki Tojo. Hirohito no fue juzgado.
Si bien los documentos hallados -intercambios privados entre el emperador y el jefe de la oficina de la Casa Imperial de Japón- muestran a Hirohito expresando su voluntad de abdicar, en los “Anales del emperador” dice que su intención es permanecer en el trono y “asumir su responsabilidad». (International Press)
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