Las jóvenes camboyanas Sot Pheavy (28 años) y Buo Volak (21) aterrizaron en Japón en 2016 para trabajar como aprendices en el sector agrícola.
Su trabajo consistía en cultivar y cosechar verduras en una granja administrada por GFF, una empresa agrícola con sede en la prefectura de Osaka.
Ninguna tenía experiencia en el trabajo agrícola. Los japoneses tuvieron que enseñarles todo, desde cómo usar una hoz.
Sin embargo, aprendieron rápido y tres años después se convirtieron en los primeros extranjeros en recibir la nueva visa que Japón introdujo en abril como parte de un programa para ampliar la fuerza laboral foránea y mitigar la crónica escasez de mano de obra en el país.
Al pasar de ser aprendices a trabajadoras con capacidades específicas, su estado migratorio, y en general su situación, ha mejorado.
Las camboyanas trabajan en una granja en la prefectura de Wakayama de 6 a. m. a 3 p. m. Tienen dos días de descanso a la semana. El trabajo les permite mandar dinero a sus familias en Camboya.
Las dos mujeres, entrevistadas por Asahi Shimbun, dijeron estar felices de tener la oportunidad de trabajar durante cinco años más en Japón gracias a la nueva visa.
Sin embargo, las jóvenes esperan que el próximo lustro no sea solo de trabajo, también quieren divertirse.
Sot Pheavy dice de Japón: «Las flores de cerezo y la nieve son hermosas, y el arroz es delicioso».
Por su parte, Buo Volak declara que quiere seguir aprendiendo sobre el trabajo, “pero también quiero salir y divertirme».
La compañía que las emplea, GFF, opera aproximadamente 25 hectáreas de tierras de cultivo en cuatro prefecturas (entre ellas Osaka y Gunma) y recluta a aprendices extranjeros desde 2010 en medio de una escasez de trabajadores.
GFF da trabajo a once aprendices de Filipinas y Camboya, a quienes capacita en el trabajo agrícola y enseña el idioma japonés. (International Press)
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