«Donde yo vivo, hay muchos niños que no pueden vivir con sus padres. Me siento muy triste por ellos», dice un fragmento de un ensayo escrito por una niña de sexto grado de primaria que vive en la India.
La composición es leída en una escuela de primaria en Osaka como parte de una clase denominada “Amigos de la Tierra».
Los niños japoneses escuchan y descubren otras formas de vida y culturas. Un niño, sorprendido, comenta: “Yo pensé que todos vivían con sus papás”.
Además de expandir sus horizontes al extranjero, el objetivo de la clase es que los pequeños aprendan a desarrollar sus propios puntos de vista. Tras escuchar el texto, los niños comienzan a intercambiar opiniones sobre cómo hacer amistad con la niña india o ayudarla. Uno sugiere escribirle una carta; otro, enviarle dinero y comida.
Los chicos japoneses se sensibilizan con respecto a la realidad de niños de otros países, aprenden a ponerse en la piel de otros.
La clase «Amigos de la Tierra» es impartida por una organización sin fines de lucro llamada Mirakuru, revela Mainichi Shimbun.
Mirakuru lleva a escuelas de primaria japonesas ensayos redactados por niños del extranjero para profundizar la comprensión de otras culturas y estilos de vida por parte de los alumnos japoneses y que estos se sientan comprometidos con el mundo.
Antes de leer el ensayo de la niña india, Yoshie Arai, directora de Mirakuru, transmite a los niños japoneses información básica sobre la India para que comprendan mejor el contexto.
En la composición, la niña india agradece a sus padres por haberla enviado a una escuela de inglés a pesar de la pobreza de la familia, y dice que su sueño, cuando sea grande, es abrir un colegio donde los niños pobres puedan estudiar gratis.
Kokoro Ogata, una niña japonesa de 10 años que por primera vez escucha una carta de una persona extranjera, comenta: «Querer que tus sueños se hagan realidad para otras personas es increíble».
Mirakuru obtiene composiciones como la reseñada gracias a organizaciones educativas internacionales que le proveen de textos escritos por niños de 10 a 12 años de ocho países, como India o Bangladesh, o africanos.
Las clases son gratuitas y no se limitan a Osaka. Ya han llegado a escuelas en Tokio, Hokkaido y Fukuoka. Que sigan expandiéndose. (International Press)
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