Las ceremonias de ascensión al trono del emperador Naruhito violan la separación constitucional entre el Estado y la religión, según grupos protestantes y católicos en Japón.
Estos eventos orientan al país hacia la restauración del estado Shinto y violan el principio básico de la Constitución de que la soberanía reside en el pueblo, alegan, según Asahi Shimbun.
Protestantes y católicos apuntan especialmente a dos ceremonias. En la primera, que se realizó el 1 de mayo, denominada Kenji to Shokei no Gi, el nuevo emperador hereda las galas imperiales. El evento tiene connotaciones religiosas, dicen, porque las galas se basan en mitos sintoístas.
La otra ceremonia, Sokuirei Seiden no Gi, se realizará en octubre y proclamará la entronización del emperador.
Naruhito estará sobre un «takamikura», una estructura similar a un trono que los grupos cristianos califican como símbolo religioso porque los antiguos emperadores que estaban en ella eran considerados dioses vivientes descendientes de una larga línea imperial que se remontaba hasta Amaterasu-omikami, la diosa del sol.
Ambas ceremonias son actos de Estado y están organizadas y financiadas por el gobierno de Japón, lo que a su juicio viola la Constitución.
Por último, critican que se empleen fondos estatales para cubrir la ceremonia Daijosai, que se llevará a cabo en noviembre. En ella Naruhito ofrecerá arroz a sus antepasados imperiales y los dioses, y rezará por la paz y la abundante cosecha para el país. Daijosai, sostienen, es una ceremonia religiosa privada de la familia imperial. (International Press)
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