Se hacían pasar por soldados estadounidenses establecidos en países como Siria o Afganistán que necesitaban dinero para abandonar la vida militar y viajar a Japón.
Varias mujeres mordieron el anzuelo y les enviaron miles o millones de yenes. Previamente, los delincuentes llevaron a cabo un trabajo de “enamoramiento” de las víctimas, a quienes hacían creer que estaban interesados sentimentalmente en ellas y que querían viajar a Japón para conocerlas.
La policía arrestó a tres nigerianos y un camerunés como autores de la estafa, informó Kyodo.
Entre marzo y junio de 2018, los hombres engañaron a tres personas por montos desde 170.000 yenes (1.554 dólares) hasta 6,6 millones de yenes (60.348 dólares).
Entre sus víctimas figuran una mujer de 59 años que hace arubaito y reside en la prefectura de Fukuoka, y una servidora pública de 58 años que reside en la prefectura de Hokkaido. Los africanos se hicieron pasar por un militar estadounidense que necesitaba dinero para abandonar el servicio y un médico que vive en Siria.
No solo mujeres cayeron víctimas de sus engaños. Un hombre de 46 años que trabaja en Tokio les envió más de dos millones de yenes (18.286 dólares) creyendo que el dinero era para una viuda estadounidense que necesitaba recursos para tramitar asuntos relacionados con una herencia.
Los delincuentes operaban desde un edificio en la ciudad de Yoshikawa, prefectura de Saitama, que fue registrado por la policía. Un hombre sospechoso de ser el líder de la banda vive en la prefectura de Chiba.
Esta modalidad de estafa de «romance internacional» está creciendo en Japón, advirtió Kyodo.
Los estafadores utilizan internet, desde sitios de citas hasta portales de idiomas, para atraer a sus víctimas, a quienes manipulan emocionalmente prometiéndoles amor o matrimonio para extraerles dinero.
A medida que los delincuentes desarrollan una relación con sus víctimas y se ganan su confianza, comienzan a pedir cantidades más grandes de dinero.
Los estafadores utilizan diversas excusas (enfermedades, accidentes, posibles negocios, etc.) para que las víctimas les envíen dinero a cuentas de terceros o a través de servicios de transferencia internacional.
Además de hacerse pasar por militares de EEUU, también fingen ser ingenieros o empresarios.
Los delincuentes rara vez publican fotos en línea, y si lo hacen usan imágenes de hombres que encuentran en internet y que no tienen ninguna relación con la estafa. (International Press)
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