En febrero del año pasado, en un club de natación en Osaka, un japonés, enojado porque una adolescente había agarrado su toalla por error, le dijo a la tía de la chica: «Estamos en Japón. ¿Por qué no regresas a tu país?».
La tía es una mujer de 63 años que se llama Yuki Nagao. Nació en Taiwán, pero se nacionalizó japonesa. La mujer lleva viviendo en Japón alrededor de 30 años.
Nagao acusó al japonés, un hombre sexagenario, de xenofobia.
El Tribunal de Distrito de Osaka ordenó al japonés pagar una compensación de 150.000 yenes (1.352 dólares), en un fallo calificado de extremadamente inusual por Asahi Shimbun y que pone lo dicho por el hombre en el mismo nivel que el discurso de odio.
El tribunal determinó que la conducta del japonés fue «xenófoba y discriminatoria», pues se dio cuenta de que Nagao no era una japonesa nativa por su acento.
El japonés se defendió diciendo que solo regañó a la mujer por el error de la toalla y que si bien pudo haber sido grosero, no actuó de manera ilegal.
El tribunal, sin embargo, sostuvo que el hombre cruzó la línea al decirle a la mujer que regresara a su país y que eso es algo que no debe decirse ni siquiera cuando se amonesta a alguien.
Nagao, que buscaba una compensación de dos millones de yenes (18.000 dólares), declaró a Asahi que espera que los japoneses se den cuenta de que hay expresiones y comportamientos que hieren a los demás, especialmente hoy que tantos extranjeros visitan Japón.
Pese a la mala experiencia, la mujer dijo que tiene muchos amigos japoneses y que admira a los japoneses por su «cortesía y buenos modales». (International Press)
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