Haruka, una profesora de inglés de 30 años que trabaja en Tokio, fue víctima de una modalidad de estafa llamada «fraude romántico internacional». ¿En qué consiste? Hombres extranjeros engañan a mujeres japonesas haciéndoles creer que las quieren o están interesados en ellas para sacarles dinero. Mucho dinero.
La historia de Haruka, que Japan Today recoge de una revista, comenzó en abril de este año. Un hombre se contactó con ella a través de internet. Escribiéndole en inglés, se identificó como “Aran Oden” y le dijo que era empleado de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos en una base estadounidense en Turquía.
Haruka recuerda que el hombre era bueno para abordar todo tipo de temas y que ella decidió mantener el contacto con él para mejorar su inglés.
Unas dos semanas después, “Aran” le pidió que se contactaran a través de LINE. Haruka accedió y el hombre comenzó a enviarle fotos de él desnudo, exhibiendo su cuerpo musculoso. Ella dice que al principio estaba con la guardia arriba, pero después cayó.
Un día, de pronto, el hombre le escribió: «Cariño, estoy loco por ti». La ingenua japonesa cuenta: “Yo estudié en EEUU y sabía cuán abiertos tienden a ser los estadounidenses, así que seguí adelante».
Además, el hombre le dijo que sus padres habían muerto cuando solo tenía diez años y que había sido criado por un tío. Eso la acercó más a él. Sintió compasión por “Aran”.
Aproximadamente un mes después de mantener una relación en línea, el estadounidense comenzó a mostrar sus verdaderas intenciones. Le dijo a Haruka que el tío que lo crio acababa de morir y que había heredado su patrimonio. Sin embargo, no podía transferir el dinero de su cuenta en Estados Unidos a Turquía porque no podía usar el servidor militar. El hombre le preguntó a Haruka si podía hacerle el “favor” de realizar la transacción.
Para darle verosimilitud a su maniobra, “Aran” le dio acceso a su cuenta. Contenía la friolera de 4,75 millones de dólares, unos 500 millones de yenes al cambio de la época.
Ahí entró a tallar una cómplice de “Aran”, una supuesta empleada de banco llamada “Cathy”, que le dijo a Haruka que para efectuar el traslado del dinero tenía que pagar un cargo por la operación equivalente al 1 % del total.
“Cathy” le hizo saber a Haruka que si la transacción no se realizaba en el plazo de un mes, el dinero sería confiscado por el gobierno de Estados Unidos.
“Aran” le imploró a Haruka que cubriera el cargo de 1 %. «Definitivamente te devolveré el dinero», le prometió. La mujer aceptó (dice que a regañadientes) y así perdió cinco millones de yenes.
La japonesa se enteró de que había sido estafada cuando varios días después un hombre que se presentó como el jefe de “Aran” le escribió para contarle que este había sido asesinado por un “terrorista turco”. “Fue un gran error de mi parte haberme tragado su ‘trágica’ historia. Ese tipo se aprovechó de mi bondad y me engañó con mucho dinero. ¡No puedo perdonarlo!».
Este tipo de estafas, explica la escritora y experta en el tema Terue Shinkawa, se caracteriza por el nivel de detalles de su ejecución y el uso de nombres reales de bancos o gente para engañar más fácilmente a las víctimas. Lo usual es que las “relaciones” en línea duren más o menos un mes, como en el caso de Haruka.
La escritora dice que a través de un sondeo ha descubierto la existencia de al menos 140 personas japonesas estafadas por montos de entre 300.000 yenes (2.716 dólares) y 15 millones de yenes (135.817 dólares).
Shinkawa es consejera de una asociación que combate esta modalidad de estafa. El sitio web de la organización tiene un enlace a una cuenta de Facebook con fotos de los estafadores (enviadas por las víctimas). Muchos aparecen con uniformes militares de EE. UU. (International Press)
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