El apego al trabajo de los japoneses a veces puede ser excesivo. Quedó demostrado el lunes en Osaka, prefectura que a las 7:58 a. m. sufrió un terremoto que dejó cinco muertos e interrumpió los servicios de transporte.
El sitio SoraNews24 comparte un par de casos:
La tuitera @mgr_toki cuenta que el día del terremoto su novio intentó ir al trabajo. No pudo y volvió a casa, desde donde escribió un mail a su jefe para avisar de que no iría. De inmediato le respondieron que fuese al trabajo caminando para hacer acto de presencia.
Su novio tuvo que caminar durante una hora para llegar a la oficina, donde a todos los trabajadores les dijeron que evacuaran el edificio de la empresa y volvieran a sus casas. Su novio tuvo que caminar durante otra hora de retorno a casa. Una orden absurda, que desafía el sentido común.
Otra persona en Twitter, @AyAri_cat, cuenta que tras el terremoto los empleados de la compañía donde trabaja recibieron un correo electrónico de su jefe:
«¿Están todos a salvo? Todo el personal, responda a este correo electrónico para verificar su seguridad».
¿Un jefe interesado por el bienestar de sus subordinados? Interesado sí, pero en que fuesen a trabajar a pesar del terremoto, a juzgar por lo que escribió a continuación:
«¿Pueden asistir al trabajo hoy? Si es así, háganoslo saber».
@AyAri_cat concluye su tuit con esta frase: “Japón es un país de esclavos asalariados».
Por suerte, también hay jefes considerados, como el del tuitero @kzk13069, que reproduce el diálogo que tuvo con su jefe tras el fuerte sismo:
Empleado: Llegué a casa seguro después del terremoto.
Jefe: Me alegra escucharlo. ¿También necesitas el día libre mañana?
Empleado: No, está bien. Perdón por causar problemas.
Jefe: No te preocupes. Así es como ocurre con los terremotos.
(International Press)
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