En noviembre pasado, una mujer colocó un raro aviso en la Universidad de Shinshu, situada en la prefectura de Nagano. Pedía voluntarios para que siguieran a su hija de 10 años en su trayecto a la escuela sin que ella se diera cuenta.
La mujer acostumbraba llevar a su hija a la escuela, pero para que la pequeña aprendiera a ser independiente quería que fuera capaz de ir sola a su colegio.
Su hija se llama Hinako, tiene síndrome de Down y estudia en una escuela para niños especiales, revela Asahi Shimbun.
La mamá buscaba personas que siguieran a Hina-chan para asegurarse de que llegara a salvo a la escuela, pero quería que fuese gente extraña para que su hija no se sintiera vigilada.
«Busco personas que puedan cuidar (a la niña) fingiendo ser pasajeras en un autobús», decía el aviso, que tenía la foto de Hina-chan sonriendo y haciendo el signo de la paz.
Una estudiante de la Universidad de Shinshu, Towako Noda (23), vio el aviso y reconoció a Hina-chan. Dos meses atrás, Towako la había visto en un campamento para niños especiales en el que había participado como voluntaria.
La estudiante respondió el aviso y se reunió con la mamá. Towako se ofreció como voluntaria y le dijo que conocía otros estudiantes que también podían ayudarla.
Seis amigos de Towako se ofrecieron como voluntarios. Uno de ellos fue Koki Nakae (22).
Asahi cuenta cómo fue su experiencia:
El día que le tocó, Koki se despertó más temprano que de costumbre y se dirigió a una parada de autobús cerca de la casa de Hina-chan. En el paradero, estaban la niña y su madre.
A las 7:30 a. m., la niña subió al autobús. La mamá se quedó en el paradero, pero sabía que su hija estaría protegida no solo por Koki, sino también por el conductor del autobús, que estaba enterado del plan.
Koki subió al vehículo y se sentó unas tres filas detrás de la niña. Poco después de las 8 a. m., el autobús llegó a la estación de Nagano. Hina-chan salió y se dirigió a otra parada para tomar un nuevo bus. Koki la siguió.
El autobús que debía tomar Hina-chan estaba programado para llegar dentro de 20 minutos. Mientras ella esperaba sentada, llegaron varios autobuses. Cada vez que llegaba uno, la niña se ponía de pie. Cuando leía las señales del vehículo que indicaban su destino y se daba cuenta de que no era al que debía subir, la pequeña volvía a sentarse. Koki la miraba atento.
Cuando llegó su autobús, la niña subió y su protector encubierto la siguió.
Cuando el vehículo estaba por llegar al destino de la niña (un paradero cerca de la escuela), Koki notó que ella no parecía que fuese a presionar el timbre para avisar al conductor de que se detuviera.
Koki estaba a punto de presionarlo, pero la niña lo hizo.
A las 8:30 a.m., la niña bajó del autobús y lo primero que hizo fue enviar un mensaje de texto al teléfono de su madre: «Mamá. Me bajé del autobús correctamente». Su madre respondió: «¡Lo lograste! Estoy orgullosa de ti».
Un logro que contó con el apoyo silencioso de un estudiante de buen corazón en un país seguro como Japón. (International Press)
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