La ciudad de Futaba, uno de los dos municipios que albergan la accidentada central de Fukushima (centro de Japón), comenzó su descontaminación nuclear, con el fin de que pueda ser habitada de nuevo en 2022, once años después de la catástrofe.
Los trabajos de limpieza han empezado en las zonas contaminadas por sustancias radiactivas, tras el accidente nuclear desencadenado por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011, que obligó a evacuar la ciudad y prohibir las visitas a la zona, informaron las autoridades locales.
El plan de descontaminación forma parte de un proyecto del Gobierno de Japón, con el fin de que estas áreas puedan ser habitadas de nuevo, que incluirá también el desarrollo de infraestructuras en la zona, pero será la empresa responsable de la central, Tokyo Electric Power Company, la encargada de costear la limpieza.
«Sentir que la reconstrucción progresa ayudará a estimular la motivación de la gente de la ciudad para regresar», afirma el alcalde de Futaba, Shiro Izawa, en unas declaraciones recogidas por la agencia japonesa Kyodo.
Futaba y Okuba son los dos municipios que albergan la central de Fukushima Daiichi, y la población de ambos -6.093 personas en el caso del primero- tuvo que ser evacuada por completo tras el desastre nuclear.
En la actualidad, Futaba está considerada como un área de «difícil retorno», por lo que ninguno de sus habitantes ha podido regresar y sólo un 4 % de la ciudad está abierta a las visitas.
Por el momento, se ha comenzado a eliminar la capa superior del suelo cerca de la estación de tren de Futaba, así como a cortar la hierba en las calles y a desmantelar cerca de 60 casas e instalaciones públicas en la ciudad, bajo la supervisión del Ministerio de Medioambiente nipón.
Se espera que Futaba vuelva a ser habitable en la primavera de 2022, cuando el Gobierno japonés planea levantar la orden de evacuación, mientras que en 2020 los trenes podrán retomar operaciones en esa línea.
Después del accidente nuclear se estableció un área de seguridad que se ha ido levantando de manera escalonada, permitiendo así a los residentes regresar a sus hogares, aunque la mayoría ha preferido no hacerlo por la escasez de servicios o por miedo a que persista la radiactividad, entre otros motivos.
Las emisiones y vertidos radiactivos que resultaron del desastre en la central de Fukushima Daiichi aún mantienen evacuadas a miles de personas que vivían junto a la planta y han afectado negativamente a la agricultura, ganadería y pesca local. (EFE)
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