Okinawa: cuando las clases son interrumpidas por el atronador rugido de las aeronaves militares

Base de Futenma

 

El miércoles, la ventana de un helicóptero militar de Estados Unidos cayó sobre el patio de una escuela de primaria, separada de la base de Futenma solo por una cerca.


El incidente puso de relieve, otra vez, los riesgos de vivir o estudiar cerca de una base militar.

Sin embargo, no es necesario que caiga una ventana para sufrir la proximidad de una instalación militar. Existe otro enemigo, cotidiano y persistente: el ruido.

Asahi Shimbun ha publicado un artículo para llamar la atención sobre las grandes molestias que padecen los profesores y alumnos de la escuela.


“Las clases son rutinariamente interrumpidas por el atronador rugido de las aeronaves militares”, describe el diario japonés.

Un niño de quinto grado escribió que cada vez que escuchan el ruido de los aviones o helicópteros “la voz del profesor desaparece. Las voces de todos desaparecen”. Así no se puede estudiar bien.

Esto viene de mucho tiempo atrás. Una obra recopila textos escritos por estudiantes del colegio en las décadas de 1970 y 1980.


Una vez, un niño le gritó a un avión de EEUU: «¡Deja de molestar! ¡Cállate!». Otro alumno preguntó: “¿Qué pasaría si un avión se estrellara en nuestra escuela?”.

Otro pequeño no podía entender por qué el patio del colegio era tan chico mientras que la base era tan grande.


El autor del artículo rescata la sugerencia que una vez realizó el escritor Natsuki Ikezawa para que la gente que no vive o estudia cerca de una base sepa lo que se siente en Okinawa: consigue un camión con un potente equipo de sonido y condúcelo por las escuelas de Japón para que todos escuchen los ruidos que los niños de la escuela de Okinawa tienen que aguantar. (International Press)

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