El Banco de Japón (BoJ) volvió a recortar hoy su previsión de inflación para este ejercicio al término de su reunión mensual, en la que también decidió dejar intacta su política de flexibilización monetaria.
El banco central nipón situó en el 0,8 por ciento su estimación sobre la evolución de los precios de consumo (IPC) para el actual año fiscal, que terminará el 31 de marzo de 2018, lo que supone tres décimas menos que su cálculo anterior.
La entidad también revisó una décima al alza su previsión de crecimiento de la tercera economía mundial para el presente ejercicio, hasta el 1,9 por ciento, dentro de su informe trimestral de perspectivas económicas, aprobado al término de la reunión de la junta de política monetaria del BoJ.
La revisión a la baja del dato de inflación es la tercera consecutiva que hace el banco central japonés en sus informes trimestrales, y responde a la persistente debilidad del consumo doméstico, lo que obstaculiza el deseado empujón al índice de precios de consumo.
El BoJ prevé que los precios «aumenten de forma gradual a largo plazo», aunque señala que este avance «aún no ha alcanzado el ritmo suficiente, por lo que será necesario continuar analizando con atención esta evolución», según el documento aprobado hoy.
En su anterior informe de perspectivas económicas, adoptado en julio, el BoJ retrasó asimismo la fecha para cumplir su meta a largo plazo de generar una inflación estable cercana al 2 por ciento, situándola como pronto en torno al segundo trimestre de 2019.
La entidad activó en 2013 un gigantesco programa de flexibilización monetaria con vistas a lograr esa meta inflacionista, aunque la caída de los precios del crudo y la ralentización global han obligado al BoJ a retrasar su plazo de consecución y a tomar otras medidas adicionales.
Entre estas se cuentan una tasa negativa del -0,1 por ciento para los depósitos de los bancos y un control de la curva de rendimientos para mantener en torno al cero por ciento los tipos a largo plazo.
El banco central de Japón ha decidido mantener intacto este ambicioso paquete de medidas, por ocho votos a uno de los integrantes de su junta de política monetaria.
De este modo, el BoJ seguirá comprando bonos estatales por valor de unos 80 billones de yenes (unos 607.594 millones de euros) al año para que el rendimiento del bono japonés a 10 años -principal referente de los tipos a largo plazo en el país asiático- permanezca en torno al cero por ciento.
Ante lo esquiva que se está mostrando la meta inflacionaria, el BoJ mantiene su rumbo fijo de medidas flexibilizadoras y de estímulo, a diferencia de otras entidades de referencia sobre política monetaria como el Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).
El banco central nipón «hará ajustes en su política cuando sea apropiado» en función de las condiciones económicas y financieras y de la evolución de los precios, y con vistas a «mantener un incremento estable de la inflación a largo plazo», según su informe.
En cuanto a la evolución de la economía japonesa, el BoJ considera que ésta «continúa expandiéndose de forma moderada» gracias sobre todo al aumento de las exportaciones y a la recuperación de la inversión de capital corporativo, por lo que decidió incrementar ligeramente al alza su previsión para el ejercicio en curso. (EFE)
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