El Ministerio de Justicia de Japón está preparando todo lo referido a los procedimientos legales para recibir a los yonsei, descendientes de japoneses de cuarta generación, con el objetivo de que estos jóvenes se conviertan en puentes entre las comunidades nikkei de sus países de origen y Japón.
Sin embargo, existe el temor de que los yonsei puedan ser usados como mano de obra barata para aliviar la escasez de trabajadores en Japón, revela Asahi Shimbun. Los nikkei podrían ser explotados como muchos asiáticos que trabajan en Japón como parte de un programa de formación técnica.
La iniciativa está dirigida a yonsei de 18 a 30 años que podrán trabajar y permanecer en el país por un máximo de tres años. Cada año deberán renovar su visa.
Además de la edad, los jóvenes deberán cumplir otro requisito: tener cierto dominio del idioma japones (conversación, lectura y escritura). Para renovar la visa también será evaluado su manejo del nihongo.
El requisito del idioma ha originado críticas. La profesora experta en inmigración, Eriko Suzuki, lo califica como “raro”.
«Si Japón quiere aceptar a descendientes de japoneses de cuarta generación basándose en sus ‘lazos con Japón’, parece raro que se les pida conocimiento del idioma japonés. Ellos deben ser tratados igual que los descendientes de segunda y tercera generación», dice.
Bajo el sistema actual, los nisei y sansei pueden trabajar y permanecer en el país por periodos prolongados como residentes a largo plazo u otro estatus. Los yonsei solo pueden permanecer en Japón si son solteros, tienen menos de 20 años y viven con sus padres sansei.
Se estima que alrededor de 222.000 nikkei brasileños y peruanos viven en Japón con el estatus de residentes.
El gobierno nipón espera introducir el programa antes de que culmine el año fiscal 2017 (marzo de 2018). Se espera que varios miles de yonsei sean aceptados anualmente. (International Press)
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