Las autoridades niponas dieron el miércoles luz verde a la reactivación de dos reactores operados por Tokyo Electric Power (TEPCO), los primeros de la propietaria de la accidentada planta de Fukushima que reciben el visto bueno tras la catástrofe nuclear.
La Autoridad de Regulación Nuclear (NRA) anunció en rueda de prensa en Tokio que ha aprobado el funcionamiento de los reactores 6 y 7 de Kashiwazaki-Kariwa, ubicados en la prefectura de Niigata (centro del país), tras comprobar que cumplen los nuevos y más estrictos requisitos de seguridad aplicados tras el desastre de Fukushima.
Pese al visto bueno del regulador, aún resta concederles la autorización formal, para lo cual será necesario realizar consultas con la población local y el Gobierno regional, un proceso que podría alargarse «3 o 4 años», según dijo el gobernador de Niigata, Ryuichi Yoneyama, en declaraciones a la agencia local Kyodo.
El complejo nuclear es uno de los mayores del mundo con una capacidad total de producción energética de 8,2 megavatios, y es hasta la fecha el primero operado por TEPCO que recibe el visto bueno del regulador atómico para reanudar su funcionamiento.
El Gobierno local, agrupaciones de desplazados de Fukushima y organizaciones medioambientales se oponen a esta medida al considerar que supondría un grave riesgo para la población en caso de que se produjese un terremoto o un tsunami.
«La reactivación de la central es el último intento para salvar el negocio nuclear de TEPCO», señala en un comunicado Greenpeace Japan, que pide a la operadora energética «abandonar sus esfuerzos para poner en marcha plantas en zonas sísmicas vulnerables y centrarse en resolver la crisis de Fukushima Daiichi».
Actualmente sólo hay activos cinco de los 42 reactores de Japón en condiciones operativas, debido a que la oposición de ciudadanos y autoridades locales está obstaculizando la vuelta a este tipo de energía.
La reactivación de los dos reactores de Kashiwazaki-Kariwa es una pieza clave dentro del proceso de reestructuración de TEPCO, que se encuentra intervenida por el Gobierno y acarrea el coste multimillonario de desmantelar la planta de Fukushima Daiichi y de compensar a los evacuados por el accidente.
Debido a su elevada potencia energética, la de Niigata es también una planta fundamental para el modelo energético que defiende el Gobierno de Shinzo Abe, basado en la vuelta a lo nuclear tras el apagón post-Fukushima ante la carencia de otros recursos energéticos en el país asiático.
Tokio pretende que para 2030, entre el 20 y el 22 por ciento de la electricidad proceda de centrales nucleares, mientras que antes del accidente de Fukushima se obtenía en torno a un 30 por ciento de la fisión.
El terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011 provocaron en la central de Fukushima el peor accidente nuclear desde el de Chernóbil (Ucrania) en 1986, y sus efectos aún mantienen evacuados a decenas de miles de personas y dañan actividades económicas como la pesca o la agricultura locales. (EFE)
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